
La semana pasada se abrió la caja de los truenos sobre los tipos de interés en EEUU. La fortaleza de datos como el ISM y los costes laborales, acompañada por las expectativas de fuerte crecimiento económico de la propia Fed, provocaron un cambio radical de expectativas.
El mercado ha pasado de estar convencido de que los tipos iban a bajar notablemente en 2007 (hasta tres veces) a asumir que no van a bajar y que lo mismo hasta suben. Las cotizaciones, tanto de la bolsa como de la deuda, se ajustaron violentamente –el mercado siempre se ajusta violentamente, por otra parte-.
Como suele ocurrir en estos casos, quizá se está dramatizando demasiado, porque tampoco se va a acabar el mundo; pero los titulares sangrientos siempre dan audiencia, también en la bolsa. Y no se va a acabar el mundo porque, aunque la Reserva Federal no vaya a bajar los tipos de momento, tampoco tiene por qué subirlos. Al menos, en el futuro previsible.
La clave del rumbo de los tipos es la inflación, no el crecimiento, como es bien sabido. Y la inflación, de momento, no da señales de alarma; si acaso, ha sido una silla de madera en la que el banco central no termina de sentirse cómodo. En abril, el IPC subyacente (sin alimentos ni energía, el que preocupa a la Fed) se situó en el 2% en tasa interanual; es decir, dentro de la zona de confort no oficial (1-2%) de la Fed, por primera vez en 14 meses. Y esta tasa sólo ha crecido al 1,9% en los últimos tres meses.
Luego parece que, más que explotar, lo que está haciendo la inflación es desacelerarse. Con las lecturas actuales, la Fed no está dando saltos de alegría, pero considera que la inflación está donde debería estar , según Don Ratajczak, profesor de la Universidad de Georgia y asesor de Morgan Keegan.
Ahora bien, tengamos en cuenta que esta desaceleración coincide con un período de menor crecimiento económico (un 'soft patch', como dicen los anglosajones) y que se espera una reactivación a partir del segundo trimestre. Luego es previsible una reactivación de la inflación ya desde el dato de mayo, que conoceremos este viernes. Ahí está el quid de la cuestión: ¿Esta reactivación es tan fuerte para montar la que se ha motando en los mercados? La respuesta del citado experto es que no: a su juicio, hay más de un 70% de probabilidades de que la Fed mantenga los tipos sin cambios en los próximos 12 meses, y un 25% de posibilidades de una subida de tipos. Eso sí, sólo hay un 5% de una bajada.
El peligro: las expectativas de inflación
La clave de la política de la Fed no está en la inflación en sí, sino en las expectativas de inflación: si la gente espera subidas de precios, eso provoca una bola de nieve por la que los trabajadores presionan a sus jefes para que les suban el sueldo, lo que obliga a las empresas a subir los precios de sus productos para pagar esos salarios (de hecho, la gran virtud de España a finales de los 90 fue acabar con estas expectativas, lo que permitió una caída estructural de la inflación).
Así pues, una subida de la inflación puede, en algún punto, empezar a excitar esas expectativas. El problema es que nadie sabe dónde está ese punto, y las medidas estadísticas de esta variable no son fiables. El presidente de la Fed de Richmond, Jeffrey Lacker, expresó la semana pasada su temor a que las expectativas de inflación se anclen a la parte alta de la zona objetivo de la Fed (o sea, el 2%), No obstante, algunos comentaristas creen que exageró precisamente para rebajar esas expectativas.
En todo caso, hasta ahora, la gente pensaba que podía anular la inflación y sacarla del escenario. Eso se ha terminado , concluye Ratajczak.