Los que a estas alturas de la vida de los mercados todavía defienden la teoría de los mercados racionales –es decir, que reflejan los fundamentales con frialdad calculadora, y se ajustan a las expectativas- tuvieron una prueba definitiva de lo contrario en el comportamiento de Wall Street la semana pasada.
Pese a los bandazos en el sentimiento del mercado, se perfilan dos escenarios principales y los dos alcistas.
Y es que la semana pasada fue de aúpa, con fuertes bandazos desde el optimismo, a la confusión, a la excitación, al miedo y, finalmente, a la esperanza. Todo, en sólo cinco días (incluso en los tres últimos si nos apuran). Lo cierto es que estos conflictos emocionales, como los llama Aaron L. Task, redactor jefe de TheStreet.com, estallaron con la reunión del comité de la Fed el miércoles.
La decisión de mantener sin cambios el comunicado fue recibida inicialmente con cierta decepción, pero después el mercado se quedó con la lectura positiva: la previsión de que la economía se recuperará en los próximos trimestres de la ralentización sufrida hasta ahora. De esta forma, el Dow Jones alcanzó su quinto máximo histórico consecutivo, por primera vez por encima de 12.300 puntos. Y el S&P 500 se quedó a menos del 1% del récord del año 2000.
El aterrizaje suave y los máximos se desvanecieron el jueves, cuando los índices sufrieron el mayor batacazo diario desde marzo. El detonante fue una fuerte caída de las ventas en las principales cadenas de grandes almacenes, que desató los miedos sobre la fortaleza del consumo en EEUU, golpeado por la crisis inmobiliaria y el precio de la gasolina.
Como se sabe, el consumo supone dos tercios de la economía norteamericana. Y otro importante componente, el sector exterior, puede restar varias décimas al PIB a la vista del espectacular aumento del déficit comercial que también se publicó el miércoles.
La ansiedad sobre el consumo se agravó el viernes con una cifra de ventas minoristas también floja. Pero el mercado encontró su salvavidas en el dato de precios industriales, que cayó cuando se esperaba una subida. Y el mercado pensó que la Fed por fin tiene margen para bajar los tipos.
En este contexto, la debilidad del consumo es una buena noticia porque alienta a Bernanke a que esa bajada sea rápida. Así que todo volvía a ser maravilloso para el mercado, que lo celebró con una fuerte recuperación. Recuperación que puede acelerarse esta semana si el dato de IPC confirma el mensaje de la inflación industrial.
Es más, algunos economistas hablan incluso de una vuelta al mundo perfecto (Goldilocks) de crecimiento sostenido sin inflación. Para ello, citan el indicador adelantado que elabora el Instituto de Análisis del Ciclo Económico (ECRI), que se encuentra en máximos de tres años.
Muy racional no es esto
Pero, volviendo al tema del artículo, estos bandazos del mercado, estas reacciones exageradas y estos cambios extremos de escenario en cuestión de horas no se puede decir que encajen muy bien con la teoría de los mercados eficientes. Más bien cuadran con las nuevas tesis, como la del profesor de Yale Schiller, que defienden que hay un alto componente irracional –y gregario- en los mercados. Y subrayan la importancia de la psicología en el mundo financiero.
Los defensores a ultranza de los mercados racionales se han inventado un subterfugio infalible: cuando los mercados son eficientes es a largo plazo, porque a corto hay demasiado ‘ruido’ y demasiadas distorsiones. Por eso no son fiables movimientos a tan corto plazo. Es verdad que, mirando las grandes tendencias, las cosas parecen más claras. Pero esto tiene dos grandes fallos. El primero es que estas grandes tendencias también son vulnerables a la irracionalidad (recuerden la burbuja tecnológica. Y el segundo es que esta afirmación no resiste un análisis retrospectivo; es decir, los movimientos de hoy son el largo plazo del ayer.
Este interesante debate no tiene demasiado interés práctico. Éste viene de la tendencia, que sigue siendo la mejor guía para invertir mientras no se invente algo mejor. Task recuerda que ‘comprar en los recortes sigue siendo una estrategia ganadora mientras no se demuestre lo contrario. Si no está roto, no intentes arreglarlo’. Y la tendencia actual es que el mercado va a seguir tomándose las noticias con optimismo, porque se va a mover entre dos escenarios alcistas: o la economía rebota, o la Fed bajará los tipos.