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Turquía sufre los efectos de la deriva autoritaria de Erdogan

  • El año 2016 ha estado marcado por múltiples atentados terroristas
  • Al menos 39 personas murieron en Nochevieja en un tiroteo
Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía. Imagen: Reuters

2016 fue un año marcado por atroces atentados terroristas en Turquía. En palabras del presidente, Recep Tayyip Erdogan, el ataque de Nochevieja contra el club Reina, el local nocturno más selecto de Estambul, en el que murieron al menos 39 personas, buscaba desestabilizar el país.

La realidad es que Turquía ha dejado de ser abierta y culturalmente permeable a los valores contemporáneos. Durante semanas, los imanes (oradores) y los hodscha (sabios) condenaron las celebraciones de Año Nuevo en las redes sociales. Tacharon de "infieles" a los simpatizantes de la cultura occidental, con lo cual los convirtieron en blancos de actos de violencia. Hasta la Oficina de Asuntos Religiosos, un gremio de alto rango en la república secular, se había pronunciado en contra de las festividades de fin de año -calificándolas de incompatibles con la cultura musulmana- en una soflama dirigida a todas las mezquitas del país.

La pregunta ya no era si se encenderían la ira y violencia de islamistas radicales durante la Nochevieja, sino dónde. Es cierto que, con objeto de evitar un baño de sangre, la Policía estacionó 17.500 agentes en Estambul. No obstante, frente a la discoteca Reina sólo había un oficial. Aunque no escasean las teorías de conspiración, es un hecho que Turquía padece su peor crisis de política interior y el mayor de los caos desde su fundación en 1923.

Cabe preguntarse si no es el propio mandatario un poderoso factor desestabilizador. Cegado por su objetivo de convertir el país euroasiático en una república presidencialista para consolidar su poder, Erdogan comete error tras error. Quedan lejos los tiempos en que su talante reformador entusiasmaba a la Unión Europea. Para Occidente, Turquía no solo ha sido clave para contener la ola de refugiados que han producido los conflictos en la zona, sino que ha jugado un papel fundamental a la hora de mantener el frágil equilibrio en la región.

En estos momentos, si Erdogan quiere de verdad recuperar un mínimo de la confianza depositada en él, tendrá que hacer algo más que distanciarse rápidamente de quienes amenazan a aquellos que prefieren vivir de acuerdo con los valores europeos. Deberá poner en movimiento a la Justicia y a la Policía -poderes plenamente alineados con su Gobierno- para que cesen efectivamente las hostilidades abiertas contra personas e instituciones y tendrá que dejar de acusar públicamente a la UE de apoyar a los terroristas.

Para Erdogan no hay vuelta atrás. Durante demasiado tiempo trató al autoproclamado Estado Islámico con guantes de seda. Ankara lanzó en agosto pasado la 'Operación Escudo del Éufrates' para derrotar, junto con el opositor Ejército Libre Sirio, a los yihadistas del EI en el norte de Siria. Ahora deberá quedarse en ese país junto a Rusia y luchar contra la banda.

El ataque de Año Nuevo fue el séptimo reivindicado por este grupo desde julio de 2015 en el país y se suma a más de una decena de otros atentados, muchos de los cuales nunca fueron reivindicados, como sucedió con el asesinato del embajador de Rusia en Ankara.

Confrontación directa con los kurdos

En lo que se refiere a los kurdos, el hombre fuerte de Ankara cambió el curso de la reconciliación por el de la confrontación directa. En sus operaciones en Siria el Ejército turco persigue simultáneamente a los kurdos sirios para impedir que dominen un territorio unificado a lo largo de la frontera.

En el interior, el ejército lucha simultáneamente contra la Organización Terrorista Fethullah Gülen (FETÖ). Más de 100.000 funcionarios públicos han sido despedidos o suspendidos y más de 40.000 personas han sido detenidas por ser o haber sido miembros de la FETÖ desde la intentona golpista de julio.

La noción 'Estado de derecho' significa que la Justicia y las fuerzas de seguridad están obligadas a demostrar, más allá de toda duda, la culpabilidad de un acusado antes de que éste sea sentenciado. Sin embargo, en Turquía sigue ocurriendo que el pensamiento disidente y la oposición contra el Gobierno bastan para justificar arrestos y procesos judiciales. Para conseguir su liberación, es el propio imputado quien debe demostrar su inocencia. Esta es la razón por la cual más de 170 periodistas, escritores y científicos se encuentran entre rejas y soportan interrogatorios de hasta cinco días antes de poder contactar a un abogado.

Las derrotas militares del EI y los logros obtenidos sobre el terreno por el ejército iraquí y la coalición internacional no son garantía de una mayor seguridad. Los fallos en los organismos de seguridad turcos a la hora de hacer frente a la amenaza terrorista son evidentes. Los ataques terroristas no cesarán en un país divido por la violencia extremista y la inestabilidad política. Las secuelas para la economía, la fortaleza de la moneda nacional y el turismo son ya patentes.

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