Fue un visto y no visto. El salvavidas de Waldir Maranhao, actual presidente en funciones del Congreso brasileño, se desinfló en menos de 24 horas. Su decisión de anular el proceso de destitución de Dilma Rousseff el pasado lunes no surtió efecto en la Cámara Alta, donde su capitán, Hernan Calheiros, abogó por continuar con el procedimiento. Una decisión que obligó a Maranhao a deshacer su orden y garantizar el 'impeachment' de Rousseff.
Tras este vodevil de última hora, el pleno del Senado se prepara este miércoles para decidir si la presidenta deberá ausentarse durante 80 días para enfrentar el proceso legal por haber violado las normas fiscales maquillando el déficit presupuestario. Ello dejaría las riendas del país en manos del vicepresidente y némesis de Rousseff, Michel Temer. "Temer asumirá la Presidencia si la Cámara Alta vota a favor de la destitución y ya lleva tiempo trabajando en formar equipo así como en una agenda económica", indica Claudio Irigoyen, economista de Bank of America Merrill Lynch.
Las quinielas sobre quién pasará a presidir el Banco Central de Brasil se reducen ya a dos posibles candidatos, Ilan Goldfajn, economista jefe de Itau Unibanco, y Mario Mesquita, director de Brasil Plural. "Bajo este escenario podríamos ver cómo un recorte de tipos podría adelantarse al cuarto trimestre de este año, impulsado por una desaceleración de las expectativas de inflación", apunta Irigoyen. Desde el Senado, Calheiros ha sugerido que el banco central brasileño debe garantizar su independencia y recomendado la imposición de un límite de endeudamiento, medida que se incluirá en la agenda del Congreso en cuanto Temer tome el control.
Aunque hasta ahora se ha especulado con que el desembarco de Temer no supondría un cambio profundo a nivel económico, dada la falta de apoyo en el Congreso, la consultora política Arko Advice estima que su respaldo podría llegar a alcanzar los 350 diputados federales en la Cámara Baja (el 68 por ciento del total) y hasta los 60 senadores (el 74 por ciento de los 81 que conforman la Cámara Alta). Aún así, el nuevo Ejecutivo se enfrenta a un contexto macroeconómico muy deteriorado, una fuerte oposición política por parte de los aliados de Rousseff, disputas políticas entre la nueva coalición y las elecciones presidenciales, que se celebrarán en octubre de 2018.
Los medios locales apuntan a Henrique Miralles como próximo ministro de Finanzas. Entre la lista de tareas imprescindibles se incluye el refinamiento de algunos programas sociales clave así como un compromiso para conseguir una baja inflación a largo plazo. A ello habría que sumar la necesidad de mantener una responsabilidad fiscal severa al mismo tiempo que avanza en las reformas estructurales.