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"Who killed the newspaper? ("¿Quién ha asesinado al periódico?"): esa es la pregunta que el prestiogioso semanario británico The Economist lanza en su portada en su último número, en el que plantea un escenario agonizante para la prensa de pago y señala como su sucesor natural a sus propias ediciones digitales.
Para The Economist, la prensa escrita, tal y como la conocemos hoy en día "sólo sobrevivirá a largo plazo si [...] puede reinvertarse a sí misma en Internet y en otras plataformas multimedia, como los teléfonos móviles o los aparatos electrónicos portátiles".
Así de contudente se muestra el prestigioso medio económico británico, que poco menos que acusa a Internet y a la prensa gratuita de 'asesinar' a sus 'hermanos' de pago.
Los grandes 'afortunados', según dicho artículo, sería el grupo noruego Schibsted, ya que son citados varias veces como ejemplo del 'moderno' medio de comunicación que sustituirá al de la prensa de pago tal y como la conocemos ahora.
Un ejemplo: su ambiciosa estrategia en Internet con los anuncios clasificados, un negocio que antes era propiedad exclusiva de los grandes periódicos y cuya 'fuga' al ciberespacio ha dañado considerablemente las cuentas de los grupos editoriales.
La crisis de la prensa tradicional
Pero, ¿cuáles son los motivos de la crisis de algo tan tradicional y arriagado como la prensa diaria de pago? El semanario cita varias razones señalando, entre las principales, el estancamiento del producto: "En el pasado, estas compañías no veían necesidad de experimentar o cambiar y gastan poco tiempo o ninguno en investigación y desarrollo"
No sólo eso. No contentos con 'congelar' su producto 'offline', muchos grupos editoriales han perjudicado la calidad de sus ediciones digitales, reservando 'lo mejor' de sus redacciones para la edición impresa, lo que ha repercutido de manera directa en la calidad de la 'web' y ha perjudicado a su posible éxito en la Red.
A un escenario tan precario como este para el 'papel' se le une la fuga de la audiencia más joven hacia el ciberepacio. Así, el semanario cita un estudio cuya conclusión es demoledora: los jóvenes británicos de entre 15 y 24 años gastan un 30% menos de su tiempo en la lectura de noticias a través de la prensa, dirigiéndose ahora hacia Internet.
¿Qué quieren los lectores?
Sin embargo, y pese a que el escenario triunfal para la presa digital parece claro, The Economist también señala que, en el futuro, habrá que cambiar no sólo el formato, sino el enfoque de los contenidos que ahora mismo ofrecen ambas ediciones.
"Brian Terney, que se convirtió en el dueño del Philadelphia Inquirer después de que Knight Ridder lo comprara el año pasado, comprobó que la noticia más vista de la edición digital de su periódico fue un video de un caramelo de la marca Mentos que, introducido en una botella de Coca-cola de dos litros, explotaba":
Tras relatar esta historia, el semanario reproduce textualmente que la opinión de Terney, que no puede ser más contudente: "Debemos producir más contenidos de este tipo".
Así pues, la primera pregunta a hacerse desde el punto de vista de los contenidos es si la prensa escrita no estará perdiendo lectores no sólo por el nacimiento de un nuevo formato sino por una 'desconexión' con su audiencia.
Así, The Economist asegura, citando a expertos, que "la gente quiere historias cortas y noticias relevantes para ellos: de índole local, deportes, entretenimiento, el tiempo y tráfico".
Además, señala la experiencia de diversos medios que ya ponen en práctica esa interactividad con los lectores, entre ellos Schibsted, que piden a sus lectores que manden fotografías e información.
Otro ejemplo de esa 'sed' por los temas prácticos la demostraría una reciente encuesta entre lectores, el rotativo brasileño Zero Hora que, tras pedir a sus lectores que le informaran de sus gustos, concluyeron que los mismos "quieren más suplementos de cocina y casas y menos Hezbolá y terremotos", según declara su editor, Marcelo Rech.
¿'No' a las redacciones integradas?
The Economist también ha aprovechado para poner en duda alguno de los pocos 'mandamientos' establecidos en los primeros de coexistencia de ediciones digitales e impresas.
El más importante de ellos sería la denominada 'integración' de las redacciones 'on' y 'offline', pensada para que los periodistas de ambos formatos coexistan en el mismo espacio físico, lo que revertiría en el enriquecimiento de ambos medios.
"Muchas compañías están poniendo a sus periodistas de la edición impresa en la misma habitación que los que trabajan para Internet. [...] Sin embargo, algunos argumentan que esto es un error ya que, "los periodistas de la edición impresa no tienen tiempo de reflexionar y analizar correctamente si tienen que trabajar también para la edición 'on-line'", según afirma Oscar Bronner editor del austríaco Der Standard.
La audiencia e ingresos por Internet suben como la espuma
Sea como fuere, el escenario parece despejado para Internet. Tras los primeros años de dudas sobre el modelo, ahora los editores 'offline' empiezan a asumir este cambio de tendencia gracias a sus propios números. The Economist cita el ejemplo del diario italiano la Repubblica, que con un millón de visitantes al día, dobla la circulación de su edición impresa.
Y no sólo en términos de audiencia. También hablamos de publicidad. Para los primeros tres meses de 2006, la Asociación de Periódicos estadounidense advirtió que la publicidad en Internet creció un 35% respecto al mismo período de 2005.
Eso sí, aún los lectores online no suponen los mismos ingresos que los lectores de la edición impresa y además, "son menos valiosos para los anunciantes porque usan los portales de información de manera [...] fragmentada [...] Pero de otro lado, los portales de información tienen un mayor beneficio que los periódicos ya que no pagan la impresión ni costes de distribución", según afirma el semanario británico.
2043: ¿el último año de la prensa tradicional?
Pero, ¿qué pueden hacer los periódicos tradicionales ante esta situación? Para The Economist, su viabilidad de futuro pasará, forzosamente, por su capacidad de renovación.
"Los periódicos tendrán que 'girar' hacia nociones más comerciales". Uno de los ejemplos que cita el semanario es el de incorporar técnicas similares a las de Internet en la prensa, como insistir con la publicidad en la portada y cuenta el escándalo que supuso en el Philadelphia Inquirer el que se le encargara a un publicista el rediseño de su portada, tarea estrictamente editorial hasta ese momento.
Como advierte el semanario, en los próximos años la prensa de pago puede convertirse en un "hermosa y vieja pieza de colección" de no apostar por un enfoque más innovador. Hasta se atreve a dar una fecha: 2043. Ese es el año en el que, según The Economist, y citando al profesor Philip Meyer, "un último lector agotado" abandonará la prensa escrita para convertirse a Internet.