Global

Negocios en plena escalada hasta la cima del mundo

Mañana se cumplen 55 años de la llegada del primer ser humano a la cumbre del monte Everest. Los artífices de la hazaña fueron Edmund Hillary (luego nombrado Sir) y el sherpa Tenzing Norga, que alcanzaron la cima el 29 de mayo de 1953. Pero por muchas dotes de pitoniso que tuvieran, difícilmente imaginarían que medio siglo más tarde el gran número de escaladores que atacan la cima del mundo cada año provocaría, incluso, atascos por encima de los 8.000 metros de altura. Eso mismo ocurrió, precisamente, la semana pasada, cuando 130 alpinistas coronaron el techo del mundo en un solo día, por mucho que ese día fuera el primero de buen tiempo después de que las rutas de ascensión a la cima se cerraran para dar vía libre a la expedición que hizo cumbre con la antorcha olímpica de Pekín 2008.

Pero así es. A más de 8.800 metros de altitud, entre temperaturas y vientos extremos que desafían la lógica, rodeados de desfiladeros mortales y con un tercio del oxígeno que tendrían al nivel del mar, los escaladores se apiñan en una especie de serpiente multicolor que está generando un negocio floreciente y que no ha escapado a los ojos de quienes han sabido predecir la llegada de esta avalancha.

Tasas de escalada

Tanto es así que, al calor de semejante reto, ha florecido en Tíbet y Nepal una especie de microeconomía. De hecho, éstos son los dos lugares desde donde parten las expediciones y donde se ofrecen los más variados servicios a los escaladores, a un módico precio, eso sí.

De las 16 rutas abiertas a la cima, dos son las más habituales. La suroeste, desde Nepal, es la más frecuentada, tanto por razones técnicas como por disponer de la mejor infraestructura logística en esa zona del Himalaya. Una expedición desde Katmandú con una agencia especializada puede suponer un desembolso de hasta 60.000 dólares por persona, 10.000 de los cuales son derechos de escalada. Pero, pese al creciente tráfico alpinista, se antojan cifras abusivas, teniendo en cuenta la competencia a precios chinos que llega desde el lado tibetano de la frontera, desde donde se accede al Everest a través de la también frecuentada ruta noreste.

Mientras China mantuvo la frontera tibetana cerrada a cal y canto hasta los años 80, Nepal monopolizó el turismo al Everest. Ahora se ha visto obligada a reaccionar. "El Gobierno recortará las tasas de escalada un 75 por ciento en invierno y verano y un 50 por ciento en otoño", señaló hace pocos días la autoridad turística nepalí. También han eliminado las tasas para la escalada en otros 326 picos del Himalaya con alturas superiores a 5.500 metros. "Normalmente sólo se escalan los picos famosos, como el Everest y el Annapurna, y se ignoran los demás. Queremos romper esa tendencia", explicó.

Competencia china

Pero lo cierto es que la competencia china es feroz. El acceso desde Lhasa, de 1.300 kilómetros, es por una carretera que ha sido parcialmente mejorada, a un coste de 20 millones de dólares. La logística es también más barata. "La tarifa al Everest, que incluye tasas, transporte por carretera y yaks, víveres, uso de campamentos a diferentes alturas y guías y sherpas, es de 250.000 yuanes (unos 23.000 euros)", asegura a este periódico Zhao Yibing, relaciones públicas de la compañía Himalaya Expedition Service, con base en Lhasa, participada por el Gobierno y única que ofrece servicio integral al Everest.

Esta empresa, que capitaneó la ascensión de la antorcha olímpica a la cima del mundo y cuyo personal especializado proviene de la Escuela de Escalada del Tíbet que fundó el Gobierno comunista en 1999, ofrece también material y transporte: oxígeno a 220-350 euros; sherpas nepalíes a unos 3.500-4.500, o yaks para transporte de material a 80 euros el trayecto. En paralelo, la ascensión al Everest ha espoleado también un turismo menos especializado cuyo objetivo es dormir una o dos noches en el campamento base, a unos 6.000 metros, donde hay un hotel gubernamental, a menos de 30 euros la noche.

Turismo en ascenso

"En 2001 fueron 14.00 turistas y facturamos 75.000 euros. En 2007, llevamos a 40.200 turistas y facturamos 250.000", asegura Li Yulin, ejecutiva de ventas de China National Traveling Agency en Lhasa. Actualmente, cada día pernoctan allí, de media, entre 300 y 400 turistas que pagan unos 15 euros en concepto de tasa medioambiental, según Zhao Yibing.

Greenpeace denunció el pasado año el deterioro de la montaña, asegurando además que los glaciares han retrocedido 300 metros desde finales de los años 60. "El impacto medioambiental es por el cambio climático, no por la basura. Es obligatorio que toda la basura del campamento base se transporte de regreso con los yaks. Y el combustible utilizado es gas líquido", explica Zhao.

A pesar de todos los condicionantes que supone, lo cierto es que la mejora de la infraestructura ha permitido limpiar la basura que en los 80 se enterraba en pleno campamento base, al menos eso es lo que aseguran los representantes chinos. Así que la mayor preocupación, explica Zhao, son las botellas de oxígeno, paquetes de comida y tiendas de campaña que se convierten en basura a mayor altura. "De todas maneras, la comida que consumen los alpinistas por encima del campamento base se procesa y envasa al vacío para que sólo tengan que calentarla", advierte. Con todo, Zhao matiza que por la propia exigencia del Everest, el mercado es relativamente pequeño, minimizándose los riesgos en este sentido. Pero hace una reflexión en voz alta que no parace descabellada. "El Everest -concluye- es una oportunidad única en la vida. Por ahora no podemos ir al espacio, pero es igualmente especial escalar hasta el llamado techo del mundo".

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky