
Mañana se cumplen 55 años de la llegada del primer ser humano a la cumbre del monte Everest. Los artífices de la hazaña fueron Edmund Hillary (luego nombrado Sir) y el sherpa Tenzing Norga, que alcanzaron la
Pero así es. A más de 8.800 metros de altitud, entre temperaturas y vientos extremos que desafían la lógica, rodeados de desfiladeros mortales y con un tercio del oxígeno que tendrían al nivel del mar, los escaladores se apiñan en una especie de serpiente multicolor que está generando un negocio floreciente y que no ha escapado a los ojos de quienes han sabido predecir la llegada de esta avalancha.
Tasas de escalada
Tanto es así que, al calor de semejante reto, ha florecido en Tíbet y Nepal una especie de microeconomía. De hecho, éstos son los dos lugares desde donde parten las expediciones y donde se ofrecen los más variados servicios a los escaladores, a un módico precio, eso sí.
De las 16 rutas abiertas a la
Mientras China mantuvo la frontera tibetana cerrada a cal y canto hasta los años 80, Nepal monopolizó el turismo al Everest. Ahora se ha visto obligada a reaccionar. "El Gobierno recortará las tasas de
Competencia china
Pero lo cierto es que la competencia china es feroz. El acceso desde Lhasa, de 1.300 kilómetros, es por una carretera que ha sido parcialmente mejorada, a un coste de 20 millones de dólares. La logística es también más barata. "La tarifa al Everest, que incluye tasas, transporte por carretera y yaks, víveres, uso de campamentos a diferentes alturas y guías y sherpas, es de 250.000 yuanes (unos 23.000 euros)", asegura a este periódico Zhao Yibing, relaciones públicas de la compañía Himalaya Expedition Service, con base en Lhasa, participada por el Gobierno y única que ofrece servicio integral al Everest.
Esta empresa, que capitaneó la ascensión de la antorcha olímpica a la
Turismo en ascenso
"En 2001 fueron 14.00 turistas y facturamos 75.000 euros. En 2007, llevamos a 40.200 turistas y facturamos 250.000", asegura Li Yulin, ejecutiva de ventas de China National Traveling Agency en Lhasa. Actualmente, cada día pernoctan allí, de media, entre 300 y 400 turistas que pagan unos 15 euros en concepto de tasa medioambiental, según Zhao Yibing.
Greenpeace denunció el pasado año el deterioro de la montaña, asegurando además que los glaciares han retrocedido 300 metros desde finales de los años 60. "El impacto medioambiental es por el cambio climático, no por la basura. Es obligatorio que toda la basura del campamento base se transporte de regreso con los yaks. Y el combustible utilizado es gas líquido", explica Zhao.
A pesar de todos los condicionantes que supone, lo cierto es que la mejora de la infraestructura ha permitido limpiar la basura que en los 80 se enterraba en pleno campamento base, al menos eso es lo que aseguran los representantes chinos. Así que la mayor preocupación, explica Zhao, son las botellas de oxígeno, paquetes de comida y tiendas de campaña que se convierten en basura a mayor altura. "De todas maneras, la comida que consumen los alpinistas por encima del campamento base se procesa y envasa al vacío para que sólo tengan que calentarla", advierte. Con todo, Zhao matiza que por la propia exigencia del Everest, el mercado es relativamente pequeño, minimizándose los riesgos en este sentido. Pero hace una reflexión en voz alta que no parace descabellada. "El Everest -concluye- es una oportunidad única en la vida. Por ahora no podemos ir al espacio, pero es igualmente especial escalar hasta el llamado techo del