DIYARBAKIR, Turquía (Reuters) - Decenas de miles de kurdos salieron a las calles el jueves en el sureste de Turquía ante la expectativa de un llamamiento del encarcelado líder rebelde Abdulah Öcalan en favor de un alto el fuego que puede suponer la mejor esperanza hasta ahora de acabar con un conflicto en el que han muerto 40.000 personas.
En un ambiente de júbilo en la ciudad de Diyarbakir, de mayoría kurda, la multitud portaba pancartas con la imagen de Öcalan y coreaban lemas pidiendo su liberación, anticipando lo que Öcalan ha calificado de "llamamiento histórico".
El anuncio, que políticos prokurdos leerán en kurdo y turco, llegará después de meses de conversaciones con los servicios secretos turcos en la isla prisión en el mar de Mármara en la que Öcalan permanece desde su captura por fuerzas especiales turcas en 1999 en Kenia.
"La guerra ocurre, pero en cierto momento tienes que curar tus heridas. Esta es nuestra oportunidad ahora", dijo Bedri Alat, de 73 años. "Me acuerdo de la paz. Mi nieto no. No se acuerda de cuando los kurdos y los turcos vivían como hermanos. Esta es una última oportunidad".
El llamamiento de Öcalan podría cimentar unas negociaciones de paz con Turquía que han ido avanzando desde octubre, ordenando posiblemente al grupo armado del Partido de Trabajadores del Kurdistán (PKK, por sus siglas en kurdo) que se retiren al norte de Irak, donde tienen sus campamentos la mayoría de sus varios miles de integrantes.
ÉXITO PARA TURQUÍA
Esta decisión supondría un enorme alivio para Turquía, que combate contra el PKK desde 1984 en una guerra que ha diezmado las arcas públicas, perjudicado el desarrollo del sureste del país, donde vive la mayoría de los kurdos, y manchado su historial en el respeto de los derechos humanos.
Un acuerdo podría impulsar la credibilidad de este país miembro de la OTAN mientras trata de aumentar su influencia en Oriente Próximo y eliminaría un obstáculo en su inestable proceso para entrar en la Unión Europea.
En el pasado ha habido otras negociaciones secretas y anuncios de alto el fuego, pero las expectativas se han visto alimentadas en esta ocasión por la apertura con la que se ha desarrollado el proceso.
Aunque se mantuviera el alto el fuego, el camino hacia el desarme y la reinserción de los rebeldes será largo y vulnerable a los sabotajes.
"Hay fuerzas profundas que quieren la guerra y son dominantes. Se alimentan de sangre", dijo a Reuters Abdulah Demirbas, alcalde de distrito en Diyarbakir, .
"El PKK, Öcalan y el Gobierno deben ser valientes", afirmó. "Las nuevas generaciones son como una tormenta. Son más radicales. No han conocido nunca la paz entre kurdos y turcos. Ahora se puede convencer a muchos de ellos (...) pero si los perdemos esta vez, nunca volverán a escucharnos".
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