Los refugiados paquistaníes, atrapados desde hace años entre los grupos armados islamistas que imponen su ley y el ejército paquistaní, huyen de los combates en Waziristán del Sur, sin la menor ilusión sobre el éxito de la operación en curso.
La migración interna provocada por estos enfrentamientos ha obligado al éxodo a Sharaf Jan, un hombre vencido por la desilusión, la desconfianza y la miseria, víctima tanto de los insurgentes como del ejército.
"Hemos pasado los últimos cuatro o cinco años viviendo en la pobreza. Para nosotros, ninguno es bueno, ni el ejército ni los talibanes", dice este pastor de 45 años.
Jan, casado con un hijo de 18 meses, hizo esta declaración después de un periplo de tres días con su familia por caminos en la montaña para evitar los controles militares, las rutas cerradas y los toques de queda nocturnos.
Es uno de los numerosos refugiados que escaparon de Waziristán del Sur, donde el ejército lanzó una gran operación que según el primer ministro Yusuf Raza Gilani está destinada a asestar un "golpe decisivo" a los insurgentes islamistas.
Migración forzada
Una funcionaria de la ONU afirmó el martes que más de 112.000 personas huyeron de Waziristán del Sur.
"Casi 4.477 familias, o 32.000 individuos, fueron registrados desde el 13 de octubre, en comparación con 11.000 familias, o 80.500 personas, que huyeron de Waziristán del sur desde mayo", declaró a la AFP Ariane Rummery, de la agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados.
La última migración "lleva el número total de personas desplazadas a más de 112.000," agregó Rummery.
Las personas que se han visto atrapadas en anteriores ofensivas militares en el salvaje cinturón tribal de Pakistán, que está fuera del control directo del gobierno y tiene una feroz cultura bélica, se muestran escépticas.
"Parece un drama cuyos personajes son tropas y talibanes, pero nosotros somos los que verdaderamente sufrimos con esta situación", afirmó Aamanulá Mehsud, padre de seis hijos.
Este granjero de 55 años, radicado en la región de Kanigurram, un bastión talibán en Waziristán del Sur, dijo que escapó con 15 miembros de su familia.
"Hubo fuertes bombardeos en nuestra zona. Los niños lloraban porque el ruido era ensordecedor", señaló.
Familias apiñadas en el trayecto
Quienes logran llegar a la ciudad de Dera Ismail Jan, vecina de Waziristán, tratan de poner todo lo que pueden en los camiones y minibuses que los conducen a un lugar seguro.
En cada vehículo están apiñados entre 12 y 14 pasajeros, en su mayor parte mujeres y niños. Muchos se quejaron de dolores y agotamiento después de haber tenido que efectuar la mayor parte de su trayecto a pie. Otros se enfermaron después de verse obligados a beber aguas turbias.
El viaje entre las ciudades de Jandola y Tank normalmente no toma más de seis horas, pero el ejército cerró la carretera principal y Tank está bajo toque de queda.
Mohamad Yasin, otro granjero que logró llegar a Dera Ismail Jan desde Kanigurram, dijo que su viaje con 14 parientes --incluyendo a cinco niños-- tomó tres días.
Yasin, que cojea debido a las heridas que sufrió en un bombardeo en 2004, dijo que vecinos de su aldea fueron heridos en su presencia debido a los bombardeos aéreos.
"La gente de nuestra aldea alquiló seis vehículos y los aviones comenzaron a bombardear en cuanto partimos. Dos vehículos que estaban delante de nosotros fueron totalmente destruidos. Vimos gente herida y nos dijeron que 11 personas murieron", se lamentó.
"Las operaciones militares en esta zona nunca han tenido éxito. Si quieren éxito necesitan la ayuda local, pero la gente no apoya esta ofensiva", agregó.