El Ejército de Honduras ha conseguido impedir la entrada en el país del derrocado presidente Manuel Zelaya esta madrugada, pero su actuación también ha causado las primeras víctimas mortales en Honduras desde el golpe de Estado del pasado 28 de junio: un joven de 19 años.
Después de lanzar bombas de gas lacrimógeno, el Ejército abrió fuego contra los miles de manifestantes que esperaban a Zelaya desde primera hora de la mañana en los alrededores del Aeropuerto Internacional de Tocontín, en Tegucigalpa. Lo hacían como respuesta a los intentos de la multitud por tomar la pista de aterrizaje del aeródromo, según la versión oficial e ignorando la presión internacional y las sanciones tras un golpe de Estado que el domingo se cobró su primera víctima.
Al menos dos personas habrían perdido la vida tras los enfrentamientos. Las imágenes emitidas por la cadena TeleSur mostraban a una multitud enfurecida calificando de "asesinos" a los soldados, varias personas heridas y de múltiples ambulancias acudiendo al lugar para atender y trasladar a los afectados.
Grandes momentos de tensión
Poco después de las 16.00 horas (media noche en España), fuentes médicas confirmaban que las balas disparadas por los militares habían causado la muerte de al menos dos personas y decenas de heridos. Uno de los fallecidos es Obed Murillo, un joven de 19 años que recibió un disparo en la cabeza.
El canciller del gobierno de facto de Honduras afirmó el lunes a la radio que fueron los disparos de los manifestantes los que provocaron las dos muertes durante una marcha para recibir al destituido presidente Manuel Zelaya, quien intentó regresar a Tegucigalpa el domingo.
"La policía no hizo ningún disparo, sino que entre los propios grupos antagónicos se fue un disparo", declaró Enrique Ortez a la radio Cooperativa de Santiago
Se evita el aterrizaje de Zelaya
Sobre las 17.30 horas, el aparato en el que viajaban era captado por las cámaras de la televisión sudamericana sobrevolando en círculos el aeropuerto, lo que provocó el entusiasmo entre sus seguidores y la rápida movilización del Ejército. Dos camiones militares se colocaban en el centro de la pista de aterrizaje y al menos otros tres vehículos más se apostaban en los extremos de la misma para evitar su aterrizaje .
El propio Zelaya, en una nueva comunicación telefónica con Telesur, confirmaba que las autoridades aéreas les habían denegado el aterrizaje y les habían amenazado con ser interceptados por aviones de las Fuerzas Aéreas. "Si tuviera un paracaídas, me lanzaba ahora mismo", dijo el presidente derrocado, añadiendo que los pilotos de la aeronave en la que viajaba le habían comunicado que "no pueden aterrizar con obstáculos en la pista".
Ante la imposibilidad de pisar suelo hondureño, Zelaya comunicaba en ese mismo momento su intención de viajar a San Salvador para evaluar la situación junto con el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, y los presidentes de Ecuador, Rafael Correa, de Argentina, Cristina Fernández, y de Paraguay, Fernando Lugo.
Tras una parada técnica en Nicaragua partió al encuentro de los mencionados líderes iberoamericanos, que esperaban en Aeropuerto Internacional de Comalapa, en San Salvador. En una de las salas del complejo aeroportuario, los cinco mantuvieron una reunión de urgencia para trazar la hoja de ruta a seguir después de que el Ejército hondureño impidiese la entrada de Zelaya en Honduras.