
En el mundo empresarial sometido a continuos y radicales cambios, sobre todo a nivel tecnológico, es cada vez más importante que la formación sea permanente o de nada nos servirán muchos de los conceptos aprendidos tiempos atrás. Una de las cosas más difíciles es desaprender viejos conceptos no válidos para los nuevos entornos y volver a aprender los nuevos y necesarios para estar al día en el mercado. Más noticias en la revista gratuita elEconomista Franquicias y Emprendedores
Si esto es importante en el mundo empresarial en general todavía es más vital en el caso del mundo de la franquicia donde franquiciador y franquiciado deben ir de la mano y ser una especie de orquesta donde todo suene muy afinado.
Si además en este caso el franquiciado tiene, como debiera ser el caso, una central franquiciadora proveedora también de conocimiento y actualización de posicionamiento en el mercado tendremos la combinación ideal.
Flexibilidad
La flexibilidad que se requiere hoy día para ir adaptándose a los vaivenes del entorno y nuestro sector hace que este proceso formativo deba ser permanente y siempre actualizado por parte de la central franquiciadora.
Éste será sin duda uno de los aspectos que más pesarán a la hora de elegir una marca franquiciadora por parte de los candidatos ya que su importancia determinará quién está o no preparado para franquiciar con ciertas garantías de éxito.
Será un requisito ineludible disponer por tanto de un departamento o personal especializado por parte de la central franquiciadora que se ocupe de desarrollar y mantener esto de tal forma que sus asociados permanezcan competitivos en el mercado y no se queden atrás con respecto a posibles competidores.
Valor de la marca
El valor de la marca franquiciadora incluirá la formación como un activo que dará más o menos valor a la misma y de ahí su importancia estratégica.
Dentro de la formación se deberán tener en cuenta aspectos clave sobre las tendencias del consumidor, tendencias del sector, entorno económico, nuevos competidores o nuevas acciones de los actuales, posibles innovaciones, cambios tecnológicos que afecten a sustituciones de productos o servicios que nos puedan amenazar nuestra posición así como cambios normativos, entre otros. Esto supone que la marca franquiciadora se verá obligada a invertir en estudiar el mercado hasta el más mínimo detalle, asistir a ferias y todo tipo de eventos para estar al día y para poder aprovechar cualquier nueva oportunidad y adelantarse así a los demás.
La información entre la central franquiciadora y el franquiciado tiene que volar a la máxima velocidad posible y no puede ni debe suponer un freno cualquier acción entre uno y otro ya que el mercado no perdona y, si el franquiciador debe ser rápido, también ha de serlo el franquiciado o de poco servirá todo el trabajo realizado en la central.
El éxito vendrá de un minucioso trabajo en equipo entre las dos partes y con mucha coordinación y coherencia.
Confianza
La confianza es la clave para que ambas partes cumplan su papel en el mercado en el que estén y sólo bajo este clima se trabajará en equipo y bien alineados.
La imagen que se dé al mercado depende en gran medida de la buena colaboración entre ambos y de una ejecución efectiva que sólo se podrá hacer con el nivel de conocimientos suficientes que la propia formación permanente aportará.
La seguridad que debe notar el franquiciado que recibe una formación e información permanente y actualizada debe trasladarse al cliente final como el último eslabón de la cadena de valor que haga posible el progreso en el proyecto común.
El asesoramiento excelente y profesional que puede trasladar a sus clientes el franquiciado que recibe la dosis de formación adecuada debe generar mayores beneficios y diferenciación sobre el resto del mercado garantizando así unos resultados muy satisfactorios para todas las partes.
La estrategia adecuada en cada momento distinto del entorno que propone la central que esté preparada hará que esa flexibilidad tan necesaria hoy día ayude a estar siempre por encima e ir por delante de sus rivales más conservadores o más reacios a invertir tanto en el tema formación.
Formación permanente
Por lo tanto la formación debe ser permanente, pero eso conlleva un contacto muy frecuente entre la central franquiciadora y el franquiciado que debe formar parte de la estrategia conjunta para conseguir los objetivos perseguidos.
No se trata por tanto de montar una franquicia y hacer reuniones anuales o semestrales -que también-, sino de que a través de personas preparadas de la central franquiciadora haya un continuo acercamiento para trasladar al punto de venta toda la formación, información y mejoras o cambios necesarios que permitan estar siempre en la vanguardia del mercado y así evitar muchos bandazos posteriores para rectificar por culpa de ir por detrás del resto. Es decir que el esfuerzo que conlleva mantener la formación permanente en una red de franquicias no sólo supone un gran esfuerzo económico sino un enorme esfuerzo humano ya que requiere la máxima atención.
En este sentido no todas las redes de franquicias cuidan esta parte tan importante del proyecto y éste sería otro motivo para hacerlo nosotros; si somos capaces de ser mejores en esto conseguiremos ir por delante de la competencia y desmoralizarla y además conseguiremos tanto la satisfacción de nuestros franquiciados como del cliente final o consumidor y nuestra marca se reforzará.
Por lo tanto claro que merece la pena prestar la máxima atención a esto y no vale con hacerlo sobre la marcha, hay que tener un plan de formación grapado al propio proyecto desde el inicio y a ese plan iremos ampliando todos los conocimientos que creamos necesarios con el fin de que nuestros franquiciados sean los mejores.
José Carrasco, presidente de Fersay