Pymes y Emprendedores

El pomo de su puerta es un anuncio

El cartel de 'No molestar' en los hoteles, un soporte que utilizan cada vez más empresas

Hay hoteles de todo tipo. Vanguardistas, modestos, funcionales y barrocos. Con vistas al mar, al aeropuerto y a la calle más comercial. Pero tienen una cosa en común: el cartel de 'No molestar'. Algunos han visto en este letrero tan sencillo una forma de anunciar su empresa. Usted también puede hacerlo mediante esta técnica, que los publicitarios llaman poming.

Las ventajas son muchas, pero antes de tomar una decisión es imprescindible saber a cuánta gente se quiere llegar e identificar a qué tipo de público se quiere hacer llegar un producto o servicio.

"Es una técnica que impacta, porque no todo el mundo está acostumbrado a llegar a casa y ver en el pomo de su puerta un anuncio". Lo dice Juan Manuel Ferreres, director general de Publidirecta, una empresa que se dedica a este tipo de acciones comerciales, desde la impresión de los letreros hasta su distribución en los domicilios.

Ferreres recomienda el poming para las empresas que quieren darse a conocer en su entorno, y aunque entre sus clientes predominan las grandes empresas, reconoce que algunas pymes también se han atrevido a llegar al pomo de las puertas de sus vecinos. "Las empresas pequeñas son más impacientes, enseguida quieren tener repercusión, cuando lo lógico es que se haga ruido al hacer varias acciones en un período de tiempo", comenta.

Los cálculos para una empresa pequeña serían carteles para unos 10.000 domicilios en ciudades que sean capitales de provincia o de tamaño similar. El precio final es de unos 2.100 euros, 1.500 como coste de distribución y 600 para las tareas de impresión. Una acción de poming equivale a cuatro buzoneos, una de las técnicas habituales de los negocios más modestos.

Otros, como Miguel Romero, prefieren anunciarse en un Publitarjetero, una franquicia que consiste en un expositor en el que las empresas colocan sus tarjetas de visita en apartados habilitados para ello. Este formato lleva desde 2005 en España y tiene de momento nueve franquiciados.

Miguel es un emprendedor nato a sus 52 años. Además de dos empresas de construcción, es dueño de un concesionario de coches de lujo de importación y de un restaurante en Cornellá que lleva sólo 23 días abierto. Anunciar estos dos últimos negocios le cuesta 100 euros al mes por 600 tarjetas. "Julio González -el franquiciado- me lo comentó y me pareció oportuno, porque tiene el expositos colocado en un sitio por donde pasa muchísima gente", aclara.

El impacto ha sido inmediato. A todos los clientes que acudieran a comer o cenar a su restaurante con su tarjeta del Publitarjetero les aseguraba una botella de cava gratis por valor de unos 12 euros. De momento lleva nueve botellas.

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