
Las pymes y micropymes son las más débiles y, por tanto, las que más sufren la crisis. Ocho de ellas, de diversos sectores, contaron a este periódico cómo están viviendo el turbulento momento económico. Tienen miedo, pero no pierden la esperanza. Relatan cómo sufren el bache económico; muchas han perdido la mitad de su clientela. "La gente ya no se da caprichos", dicen; los ingresos de joyerías y peluquerías caen incluso a la mitad".
Una óptica vacía
Europtica lleva 26 años vendiendo lentes. Su único local, situado muy cerca de la madrileña Puerta del Sol, está más tranquilo que nunca. Uno de sus empleados explica: "Sí, la crisis se nota un poco. Los turistas que vienen tienen un menor poder adquisitivo y, en general, hay menos movimiento. Seguramente la gente está aguantando más tiempo para ajustar la graduación de sus gafas y renunciando a las de sol". Por el momento, no se ha producido ningún despido, pero ¿hay miedo? "Más bien incertidumbre", dice.
Las joyas, pequeñas
En la joyería González Blanco, también en pleno centro de la capital española, nunca se habían vivido tiempos tan duros. El propietario de esta micropyme, Eulogio González Blanco, explica: "Hemos llegado a tener cinco empleados y ahora sólo estamos mi mujer y yo. Algunos días no se gana ni para cubrir gastos". Este pequeño empresario estima que su facturación ha caído un 50%. "Los clientes compran cosas pequeñitas, como pendientes, de precios que no superen los 150 euros. El oro ya no se vende". Tanto es así que son las casas de empeño las que están haciendo su agosto.
"Parte de nuestros clientes son turistas, pero fundamentalmente los que vienen desde otras provincias españolas, no los extranjeros", añade González. Pero con ellos ya no es suficiente. Los eventos del sector también están de capa caída: "Hace poco se celebró una feria profesional y no asistió nadie. No me extraña que estén cerrando tantas empresas", señala. ¿Se están planteando cerrar, entonces? "¡No!", dicen al unísono él y su esposa: "Parece que la situación mejorará en el segundo semestre de 2009; esperamos que llegue ese momento", añade el empresario, que se resiste a que le hagan una fotografía para este reportaje.
Menos trajes
La tienda de ropa de hombre Canalejas tiene cuatro locales en Madrid. El encargado de uno de los establecimientos situado en una zona muy turística explica que "la facturación ha caído un 15% desde febrero". Los hábitos de compra han cambiado: "Los clientes ya no se dan tantos caprichos". El 35% de las personas que adquieren prendas en esta tienda son turistas y el 65 por ciento restante clientes habituales. "Juega a nuestro favor que nos dirigimos a un público a partir de 45 años de edad, que tiene un mayor poder adquisitivo que los jóvenes", señala.
Un mesón sin público
El restaurante Mara, ubicado en una zona de oficinas de la capital española, sólo sirve menús de 9,50 euros. Y la mitad de su clientela, que trabaja en empresas cercanas, se ha pasado al tupperware para ahorrar. Uno de sus cinco empleados cuenta que "al día vienen unas 20 o 30 personas menos que antes y ya nadie compra los menús para llevar". Los precios no se han modificado y tampoco se han producido despidos. "El bache empezó en marzo, o quizá en abril. ¿Que si nos preocupa? Claro que sí. Si incluso se está pensando en traspasar el local...".
El ladrillo, parado
Cómo no, las empresas vinculadas al ladrillo también lo pasan mal. Muchas de las que se dedican a los productos para la construcción no ven la luz al final del túnel. Un empleado de una de ellas, que prefiere no dar su nombre ni el de la compañía, explica que este año el número de encargos se ha reducido prácticamente a la mitad. La constructora opera en la zona de Sevilla y Dos Hermanas.
Las 'raíces' de la crisis
La peluquería de señoras Charleston, también situada en una zona de negocios madrileña, atraviesa un mal momento. Una de sus dos propietarias, Isabel Parejo, lo explica: "Algunos días son horrorosos. Ahora mismo, las citas para mañana están en blanco. Todas las semanas hay un día en el que ocurre esto".
"Las que venían una vez por semana ahora sólo se hacen lo imprescindible, como teñirse y cortarse. Esperan más antes de volver a darse mechas". Entonces... ¿tienen las españolas más raíces cuando la crisis aprieta? "Supongo que sí", contesta Parejo riendo. ¿En qué medida ha caído el número de clientes? En un 25 por ciento, aproximadamente, añade la peluquera.
Ella y su socia notaron el bajón especialmente al acabar las vacaciones de verano. En julio y agosto vieron cómo el negocio caía un 40%, lo que no es tan raro, pero aún no se ha recuperado, y eso sí que es poco habitual. Ambas confían, sin embargo, en que la situación cambie el próximo año. Lo mismo que los responsables de casi todas las pymes consultadas.
Como contrapunto a las historias anteriores, una empleada de una modesta agencia de viajes de Madrid explica que ellos no han notado tanto la crisis "porque ofrecemos un producto muy especializado; las peregrinaciones a Tierra Santa". La encargada interrumpe a su subordinada para advertir que prefiere que su empresa no aparezca en este reportaje. No es la única empresaria que se resiste a hablar de la crisis; de sacarles fotos, ni hablar. La conversación ha durado lo justo para confirmar que la fe mueve montañas... también de dinero.
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