
Javier de Miguel es uno de los modelos masculinos que ha participado en la última edición de la Pasarela Cibeles. En concreto, desfiló en cuatro ocasiones, y por cada una de ellas cobró 1.000 euros (sin contar con porcentaje que se lleva su agencia, que suele ser del 20 por ciento).
Empezó hace seis años, y cobraba 300 euros por desfile. Su experiencia ha hecho que su caché se triplicara, pero no se acerca a las cifras que cobran sus compañeras. "Ellas cobran mucho más que nosotros, entre cinco y seis veces más", afirma otro compañero de pasarela en el backstage. Y es que la moda es una de las pocas profesiones (y puede que la única) donde la mujer está mejor remunerada que el hombre por el mismo trabajo.
El mundo de la moda es territorio femenino. Las princesas primero y reinas después de las pasarelas pisan fuerte, económicamente hablando. La mayoría de las agencias de modelos consultadas afirman sin tapujos que una modelo puede llegar a cobrar hasta tres veces más que un hombre por el mismo trabajo, aunque alguna lo niega, y asegura que las diferencias sólo responden a criterios profesionales y al tipo de trabajo a realizar. Las mujeres mandan en la publicidad y la moda. Son el mejor reclamo. Las chicas son guerreras.
"Delicioso sabor a fresa"
Pronunciar esta frase para un anuncio de la marca de helados La Menorquina le supuso a Judit Mascó su primer trabajo como modelo. Tenía 13 años y cobró 11.000 pesetas. Por su primer Gaudí le dieron unas 40.000 pesetas. "Sólo me cogieron para dos desfiles", dice. Hoy, varios años después, y tras su paso por las pasarelas de París, Milán, Londres y Nueva York, es partidaria de esta discriminación positiva. "Me alegro de dedicarme a una profesión donde esto ocurre. Me parece muy justo porque la edad es menos cruel con ellos. Los modelos masculinos pueden alargar más su carrera; con canas muchos están más interesantes y siempre hay una campaña de trajes que pueden hacer. Muchas chicas con 30 años ya están fuera del mercado", aclara.
Los cachés bailan. No hay una cifra estandar para empezar. Aquí no hay convenios colectivos ni tablas salariales. Es la ley de la oferta y la demanda. Lo normal es que las nuevas en desfiles o quienes empiezan a posar ante una cámara cobren entre 400 y 600 euros por los primeros desfiles. Con algo de experiencia su caché sube hasta los 1.200 euros por día de trabajo (aparte de la comisión de la agencia).
Los 23 millones de Kate
Si la chica tiene suerte, su cotización puede elevarse hasta los 20.000 o 30.000 euros, que es aproximadamente lo que cobró la modelo Bar Rafaeli (más conocida en España por su relación con el actor Leonardo di Caprio que por su faceta profesional) por sostener una copa de Möet&Chandom, uno de los patrocinadores de la Pasarela Cibeles. Compare con los 15.000 euros por desfile que pueden haber manejado las dos modelos más cotizadas que han pisado la alfombra madrileña: Madeleine Hjört y Bimba Bosé. O los cerca de 23 millones de euros que se embolsará este año la británica Kate Moss por posar para 14 campañas de publicidad. Desde que aparecieron fotos suyas en las que supuestamente esnifaba cocaína, su caché se ha disparado.
Para los profesionales del sector, estas cifras están más que justificadas. "Se pasan ocho horas al día de pie y sin parar de cambiarse de ropa, con mucha presión. Es un trabajo bastante agotador", dice Gina Porcar, directora de la agencia Parallele. Judit Mascó añade el cansancio de los viajes. Pero guarda un buen recuerdo de su etapa estadounidense: "Se trabaja de nueve a cinco. A esa hora se caen los focos, así que si te piden más fotos te las pagan aparte. Con ese horario te da tiempo a estar con la familia".
El caché de las modelos
La negativa de modelos como Eugenia Silva a acudir a Cibeles por el requisito previo de tener que pesarse fue la oportunidad que muchas, cientos, esperaban. Una belleza rubia de ojos verdes asegura, antes de someterse a pruebas de vestuario, que las modelos no suelen comentar su tarifa profesional, ni entre ellas ni a la prensa. Pero da una pista: lo que gana le da para vivir "cómodamente" en Madrid (su acento delata su origen canario) y pagarse sus estudios de Trabajo Social.
Otra chica con un asombroso parecido a Claudia Schiffer afirma que el caché depende del tiempo que se lleve en el mundillo, los trabajos realizados o los desfiles en el extranjero. Tampoco quiere decir lo que cobra, pero afirma que le llega de sobra para vivir.
El tiempo no pasa en balde para los dos sexos. Tampoco el sueldo es el mismo, y el declive es inevitable, siempre llega. Y el caché de un profesional puede caer por otras razones: porque el mercado busca otras caras o "por un cambio de representante", dice Gina Porcar. "Es duro ver niñas a las que has visto desde pequeñas y las tonterías que llegan a hacer cuando otra persona lleva su carrera".