
Desde que el pasado marzo abriese dos nuevos museos, con las insignias del Pompidou de París y del Museo Estatal de Arte Ruso de San Petersburgo por delante, sólo se han cantado alabanzas sobre Málaga. La ciudad es, sin lugar a dudas, ejemplo de urbe que ha sabido autopropulsarse gracias a la transformación urbanística y cultural que ha sufrido en los últimos años, siguiendo el modelo de otras como Bilbao. Descárguese aquí la revista 'Fundaciones de elEconomista.es' de forma gratuita.
Se habla de vanguardismo por la cantidad de arte contemporáneo que acoge, o porque cada año celebra uno de los festivales de cine más prestigiosos de nuestro país. Apostar por las expresiones artísticas es una manera de atraer el talento, el conocimiento y la innovación a una ciudad, y por descontado, del turismo, además de ser un referente internacional como espacio cultural.
Estos beneficios se traducen en números: la recuperación del mercado nacional e internacional ha situado a Málaga capital como el destino urbano que más crece a nivel nacional en los principales indicadores turísticos. Entre enero y mayo visitaron la ciudad 407.155 viajeros, un 13,37 por ciento más que en el mismo período de 2013. También las pernoctaciones alcanzaron la cifra de 807.646 (un 14,84 por ciento más); mientras que el ingreso medio por habitación disponible fue de 42 euros, dos más que el promedio de los destinos urbanos de España y un 17,7 por ciento más que el año pasado.
Tesoros junto al mar
Málaga se ha convertido en la ciudad de los museos, la nueva milla de oro del arte, como ahora se la conoce. El más antiguo es el Centro Cultural Provincial de Málaga, construido por el gremio de carpinteros a finales del siglo XVI, hoy convertido en centro de estudio de la Generación del 27.
El más nuevo, el centro Pompidou, que echa el ancla por cinco años y cuya cesión de la marca y de las obras costará al Ayuntamiento un millón de euros anuales. Uno de los museos más emblemáticos de la ciudad es el Museo Pablo Picasso, con 233 obras de nuestro artista contemporáneo más internacional, que se complementan con cesiones temporales de otras muchas. O el CAC, inaugurado en los años noventa, y que también alberga importantes exposiciones de arte contemporáneo.
Pero, ¿cuál es la cara B de la moneda? Ante unas alentadoras cifras turísticas impulsadas por el esplendor artístico que acoge la ciudad, el último informe de Transparencia y Buen Gobierno de la Fundación Compromiso y Transparencia revela que dos de los museos más importantes de Málaga, el CAC y el Museo Picasso, se encuentran en la lista negra de los 42 de 60 museos que no son transparentes. Javier Martín Cavanna, director de la Fundación, explicaba que "si bien nuestros museos han experimentado una mejoría, deben hacer un mayor esfuerzo de rendición de cuentas a la sociedad". En su opinión, la publicación de la Ley de Transparencia, Acceso a la Información Pública y Buen Gobierno "ha sido una palanca de cambio importante" y "algunos" han respondido a esta exigencia.
El informe denuncia la falta de un plan estratégico que organice y enfoque las actuaciones del museo, ausencia de políticas generales y específicas sobre las colecciones e inexistencia de códigos de Buen Gobierno en todos los museos menos uno. La consecuencia es una "gran debilidad de sus órganos de gobierno para cumplir sus responsabilidades".
En el detallado ranking que ofrece el informe los más traslúcidos son el Museo Guggenheim de Bilbao, el Artium de Vitoria y Museo Nacional del Prado. Pero de los 60 investigados, 42 se consideran opacos, entre ellos, el Museo Picasso de Málaga, el Ivam, el Macba, el CAC o el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga.
En este sentido, el reto de los nuevos museos de Málaga, y en general, de cualquier ciudad que quiera presumir de turismo cultural, ha de ser una gestión transparente de sus instituciones culturales y museos.