Pymes y Emprendedores

Un debate que se prolongará eternamente: ¿por qué los ejecutivos de las compañías ganan tanto dinero?

Por otro lado, hay personas que generalmente no dicen lo que piensan, pues eso es políticamente incorrecto. Pero vamos a dar nuestra opinión porque compartimos ese punto de vista. Sí, la mayoría de los directores generales hacen una tonelada de dinero y, en ocasiones, ganan salarios excesivos.

Pero en una economía de mercado los salarios son fijados por la oferta y por la demanda. Las compañías que tienen los mejores equipos ganan y, debido a la competencia global, los mejores equipos suelen ser muy costosos.

Ahora bien ¿es perfecto ese sistema de pago en un mercado libre? Por supuesto que no. Y es por eso que en ocasiones algunos directores generales que no rinden un buen servicio reciben enormes sumas de dinero sólo para ir a sus hogares.

'Fortunas' en los despidos

Aunque esas situaciones enfurecen a muchos, dada la dinámica del mercado, muy difícilmente puedan ser eludidas.

Algunos directores generales, como la ex presidenta de HewlettPackard, Carly Fiorina, obtuvieron una gran suma de dinero como indemnización por despido.

Eso se debió a que la junta directiva, al carecer de un sucesor interno, le garantizó un gran incentivo a cambio de que se incorporara a la empresa.

Otros, como el ex presidente de Citigroup, Charles Prince, y el ex presidente de Merrill Lynch, Stanley O'Neal, abandonaron sus atribuladas empresas con más dinero del que algunas personas hubieran deseado gracias a las acciones y compensaciones obtenidas en años más exitosos.

Eso a muchas personas les parece que está mal. Y, de manera comprensible, las excesivas compensaciones ofrecen a los críticos una plataforma de denuncia. Pero desde nuestro punto de vista, no hay mejor sistema para establecer salarios que el libre mercado.

Imanes de talento

Por cierto, una de las mejores cosas que hace es que recompensa a las compañías por su buen desempeño. Y esas empresas suelen ser imanes de talentos que pagan bien a todos, desde el director general hasta el último de los empleados.

Además, no existe una alternativa mejor. La participación del Gobierno no conviene. Eso sería un tremendo alboroto.

No faltarían los políticos fanfarrones luchando por superar a sus colegas con promesas de poner a los directores generales en asilos para indigentes, y con dides de quienes exigen algún tipo de aporte.

Y cierto sentido de aporte es lo que los accionistas recibirán. Porque, en definitivas cuentas, es la junta directiva de una empresa, cuyos representantes son electos, la encargada de fijar salarios a los ejecutivos.

Pues sus miembros son los que más se acercan a los desafíos de la compañía y conocen el desempeño de su equipo de ejecutivos. Y eso sin mencionar el costo y viabilidad de reemplazar al director general o a otros ejecutivos. En otras palabras, ellos están al tanto del panorama de los recursos humanos en un mercado libre.

Grandes sueldos que no son para siempre

Por cierto que el compadrazgo es un problema cuando una junta directiva intenta determinar los salarios de los ejecutivos. Pero por suerte hay un sistema de contrapesos en el desempeño financiero de la compañía y en el precio de las acciones.

Una junta directiva tal vez pague con exceso a un director general, pero no para siempre. En cambio, el debate sobre los salarios de los ejecutivos puede prolongarse eternamente. Un sector quiere que sea la comunidad, o algún sector de ella, que fije los salarios de los directores generales.

Otro sector considera que las fuerzas del mercado deben desempeñar un papel, a través de la oferta y de la demanda. Tal vez, como usted sugiere, también se combinan la codicia y la mala comunicación. Pero en materia de debates ideológicos, este se prolongará por los siglos de los siglos.

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