En España "cada vez que se nombra la palabrá 'público' parece sinónimo de mala calidad", como reconoce el presidente de la Federación Internacional de Ginecología y jefe del hospital de Santa Cristina de Madrid, el doctor Bajo Arenas; pero cuando las cosas no van bien en la sanidad privada, expertos y profanos acuden a la sanidad pública, porque es donde suelen estar el mejor elenco de expertos y los mejores y más avanzados medios.
Sin embargo, si se habla de gestionar esa asistencia se da la curiosa circunstancia de que ocurre lo contrario. Todo lo que se denomina 'privado' es malo y va contra el contribuyente y, sin embargo, enfermo, mientras que lo 'público' es lo más solidario y lo mejor.
Como sostiene Dan Ariely, profesor de psicología del consumo en el Massachusetts Institute of Technology (el prestigioso MIT), el poder de algunas palabras es tan impresionante que son capaces de trastocar nuestros hábitos de consumo y decidir la elección de un determinado producto.
Es el caso de la palabra 'gratis', que, según Ariely, es demoledora, puesto que nos hace renunciar a una opción mejor, y deshechar la que queríamos, sólo porque nos hemos dejado llevar por lo ¡gratis!
Modelo Alzira
En España, cada vez que se habla de Sanidad y control del gasto, nadie quiere saber nada de privatizaciones ni tampoco de ticket moderador u otra estrategia que pretenda gestionar bien los gastos; hacerles sostenibles y que las prestaciones puedan compatibilizarse con un buen servicio de caracter universal. Por eso, hay veces que la sanidad pública con una gestión económica privada no es bien entendida por el ciudadano, o es aprovechada por los políticos como arma arrojadiza contra los rivales.
Uno de los ejemplos existosos de gestión privada de los servicios sanitarios públicos es conocido como modelo Alzira. Se trata de una concesión administrativa que gestiona la cartera de servicios de este centro sanitario.
La legislación española contempla tres tipos de convenios hospitalarios y modelos de gestón privada: fundaciones (como la de Alcorcón), los consorcios y las concesiones. "Éstas últimas, como explica Manuel Marín Ferrer, gerente del hospital Universitario de la Ribera, permiten gestionar el hospital sin que pierda su titularidad pública.
¿En peligro el puesto de trabajo?
En este caso, la gestión privada corresponde a una Unión Temporal de Empresas (UTE) cuyo consorcio está controlado en un 51% de su accionariado por Adeslas, un 45% por Bancaja y la Caja de Ahorros del Mediterráneo, y el restante 4 por ciento pertenece a Lubasa y Dragados".
A veces, incluso los mismos trabajadores piensan que su puesto de trabajo peligra cuando se privatiza la gestión. En el caso de Alzira no se ha obligado a nadie a cambiar de puesto o de categoría. Quien ha querido seguir siendo estatutario, lo ha hecho, y quien ha querido pasar a contratado laboral se lo han permitido.
"Nuestra cartera de servicios, dice Marín, es superior a la de otros hospitales públicos (neurocirugía, cirugía cardiaca, y vascular, aceleradores lineales...) y aunque somos un hospital comarcal, los pacientes tienen la atención de un centro de mayores dimensiones y terciario".
Precios distintos
Haciendo un cálculo sobre unas 250 camas, los 577 euros por paciente que Alzira recibe del gobierno valenciano supone la gestión de 177 millones de euros para ofrecer una asistencia de calidad y unos sueldos dignos al personal sanitario. "A mí me exigen -se refiere a la UTE que gestiona el centro- que no pierda dinero, y no lo pierdo, apostilla Marín. En las mejores épocas, los beneficios del hospital puede rondar el 7% anual, pero eso es difícil de conseguir y normalmente están entre el 1,5 y el 3%.
"Pero la empresa privada no busca el beneficio puro y duro en negocios así. Es más bien un beneficio intangible de expansión del modelo a otros lugares y de dar satisfacción al ciudadano". Pero el hecho de no perder dinero, significa mucho en términos sanitarios, subraya Manuel Marín.
¿El secreto? Más control sobre la gestión del hospital y ser un enamorado del sistema público como objetivo finalista. La empresa privada es más rígida, controla más los gastos y, como opina el director del hospital de la Ribera, "creo que eso es bueno para el sistema porque no se despilfarra". En Madrid quieren copiarlo para ponerlo en marcha en algunos hospitales, y también hay un proyecto para construir 12 centros sanitarios en Portugal basados en este mismo modelo.