Pymes y Emprendedores

Obesidad infantil china: preocupación y negocio

Quien no se crea que la sociedad china se parece cada vez más, para tantas cosas malas, a la estadounidense, sólo tiene que darse una vuelta por alguna gran ciudad del este de China.

Verá cientos, miles de establecimientos de comida rápida a rebosar de clientes en locales franquiciados como Pizza Hut, KFC, Burger King o McDonald´s. También verá multitud de puestos de helados, como Häagen Dazs, y una puesta en escena occidentalmente enfocada al consumo y a la vida sedentaria y acomodaticia.

Por ello, y como no podía ser de otro modo, China se enfrenta ahora con un nuevo efecto secundario no deseado que estaba poco menos que cantado: los drásticos cambios en los hábitos de vida, una alimentación enloquecida y la muerte lenta de las bicicletas ante el empuje de los coches, ha metido kilos por un tubo al gigante asiático. O lo que es lo mismo: China empieza a tener cada vez más gordos por sus calles.

23 % de la población es obesa

Según la FAO, el acelerado aumento de la sobrenutrición en el país ya empieza a revelar enfermedades como la diabetes, la hipertensión y las cardiopatías coronarias. El exceso de nutrición está aumentando al grado que el 23 por ciento de la población tiene sobrepeso u obesidad, y las enfermedades crónicas relacionadas con la alimentación se han convertido en la principal causa de muerte.

Al final, la obesidad urbana que acontece en China no es un fenómeno nuevo. Ocurre también en buena parte del mundo desarrollado, incluida España, pese a la teórica infalibilidad de nuestra dieta mediterránea. Lo que es evidente, desde luego, es que una circunstancia así en China era mucho menos previsible.

'Pequeños emperadores'

Hace menos de tres décadas, la Revolución Cultural empobreció hasta tal punto al país, que había incluso hambre. Se comía menos y, sobre todo, más sano, gracias a una dieta baja en grasas que nunca abusó de las frituras, las salsas o el pan. Además en aquella China bajo mínimos económicos se alimentaba uno por pura necesidad, no por placer.

Ahora, un cuarto de siglo después de lanzarse hacia el desarrollo por el lado salvaje del capitalismo, el país comunista sufre su particular síndrome burgués: la obesidad. Los máximos damnificados son además los más pequeños.

Y ello porque la mayoría forman parte de la primera generación de hijos (y nietos) únicos que se han criado sin penurias económicas y en un entorno urbano totalmente favorable. Son los llamados "pequeños emperadores", de padres adinerados que les regalan televisores, ordenadores y playstations, en vez de balones de fútbol, cursos de judo o zapatillas de deporte.

El cóctel es explosivo

"En 1985, sólo un 0,2 por ciento de los niños chinos de entre 7 y 18 años sufría obesidad infantil. Ahora, el porcentaje se ha disparado a un 14 por ciento", asegura Yu Anqi, el director de Shanghai Hukang Sports & Health Consulting, una pyme nacida hace menos de tres años para asesorar a niños obesos a través de la gestión de la salud, la nutrición y el deporte.

Yu Anqi, principal accionista de la citada compañía, le pudo su carácter emprendedor cuando detectó un fabuloso nicho de mercado en los gorditos de las familias pudientes chinas. "El área de Shanghai supone un mercado potencial fantástico", explica este joven con estudios equivalentes al INEF español y ahora metido a empresario. No tiene dudas de que la obesidad infantil y el desarrollo económico chino están íntimamente relacionados.

"Con un mayor nivel de vida, se come más, se hace menos deporte y se pasa más tiempo frente al ordenador y la televisión. Eso es malo", relata Yu, con una aplastante lógica. Así que, una vez detectado su público objetivo, ofreció un servicio pionero en el país asiático: campamentos de verano para los pequeños bajo una estricta disciplina alimenticia y con severos programas de entrenamiento.

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