
Una directiva de 40 años que trabaja muy duro, pero no sabe relacionarse con sus subordinados sin crear tensión. Un joven de 30 años al que su empresa ha detectado como posible líder. Un hombre de 60 años que se acerca a la jubilación y no sabe a qué dedicarse a partir de ese momento.
Todos ellos son clientes potenciales de un coach, una figura que en los últimos años ha tomado importancia en España. No es un psicólogo ni un profesor, sino un especialista que evita que los profesionales se pierdan en el camino. Pero ¿qué hay de necesidad y qué de moda en esta profesión?
Una tarea necesaria
Guido Stein, profesor del Iese, es escéptico acerca de esta disciplina, que él mismo ejerce: "Soy crítico, porque es una moda. Veo que es útil y hay gente que lo hace bien y otra no tanto. Lo que sí creo es que ha devenido una necesidad, porque ya no estudiamos urbanidad de pequeños y andamos sin valores".
Aún con reservas, Stein considera esta tarea necesaria, "porque hay una falta de confianza en los jefes y porque éstos no tienen tiempo para estar en todo". Para él, el mejor coach debería ser el propio jefe, que ayudaría a sus subordinados a crecer profesionalmente. Pero no ocurre así: "Uno se fía poco de sus superiores. Necesitas a alguien de quien no dependa tu sueldo ni tu promoción, al que le puedas contar lo que te pasa".
¿Qué les dan estos expertos?
Cada vez son más los ejecutivos que se dejan asesorar por estos especialistas y también aumenta el número de empresas (no sólo multinacionales, también pymes) que recurren a ellos. ¿Por qué tiene éxito el coaching ? Según Pilar Rojo, profesora de IE Business School, "porque actuamos sobre el coachee, haciéndole reflexionar y lo predisponemos a la actitud mental de yo lo puedo conseguir".
La clave, explica, son las preguntas. "La gente me dice estoy en esta situación y me gustaría cambiar pero no sé qué hacer. Les ayudo a identificar dónde quieren estar y a llegar".
El coach Jaime Pereira corrobora la importancia de la pregunta en el coaching, citando a Einstein: "Si me dijeran que el mundo está en peligro de desaparecer en los próximos 60 segundos, emplearía los primeros 59 en formular una pregunta y el último en contestarla", decía.
Entre 400 y 1.000 euros
Las sesiones pueden ser individuales o grupales y, según los expertos consultados, por una hora y media se pueden pagar entre 400 y 1.000 euros. Otras fuentes señalan que lo más frecuente es que se pague menos: "Acaban dando sesiones por 150 euros". La duración del tratamiento: no hay nada establecido, pero como mínimo suelen ser cuatro sesiones.
Jaime Pereira contesta a la pregunta de si es una moda: "Como todo lo novedoso, al principio sí, pero se convertirá en algo muy normal y recomendable. Yo me sometí a un proceso de coaching en 1988, teniendo como coach a Dave Ulrich, que hoy es una de las primeras figuras del mundo en gestión de personas. Aprendí mucho y me fue muy útil. Me ayudó a descubrir grandes cosas sobre mí mismo".
¿Da estatus tener un coach? "No, no se trata de eso", dice Pereira. "En la mayoría de los casos, un proceso de coaching se lleva con discreción. Lo que sí proporciona es una gran seguridad y confianza. No cabe duda que es un gran soporte ante la soledad del directivo. No obstante, en algún supuesto sí puede ser un signo de valía profesional". Entre las misiones del coach, añade, está la de "poner encima de la mesa fortalezas de las que, a veces, no somos conscientes".
Peticiones habituales
¿Cuál es la petición más habitual de los españoles? Según Pilar Rojo: "Quieren gestionar mejor su vida profesional y privada. A la generación de los baby boomers le resulta muy difícil organizar su tiempo y llegar a todo sin una sensación de agobio".
La profesora de Esade y coach Patricia Cauqui explica que en España recurren al coaching "sobre todo, las multinacionales de cualquier sector y las nacionales grandes. Casi todas las del Ibex lo utilizan ya". También matiza que "no es gente con problemas, sino gente muy buena que quiere hacerlo mejor".
Entre los casos que ha llevado Cauqui: "El director general de una pyme que había crecido muy rápido, pasando de 10 a 180 empleados en poco tiempo. Él estaba acostumbrado a estar pendiente de todo y le costaba mucho delegar, no confiaba. Lo primero que hicimos fue darle feedback de sus empleados, que opinaron sobre él y se quejaron de que está tan encima que no están motivados". Otro: "Una empresa mediana en la que el director general era antes director comercial y le faltaba visión de conjunto. Le costaba que el equipo funcionase, porque estaba siempre viajando y daba la impresión de que nunca estaba ahí". Le enseñó a acercarse a sus subordinados.
¿Coach propio o externo? Cristina Marqués Villena, responsable de Desarrollo de Dirección de IBM España, explica que esta compañía lleva 12 años confiando en el coaching : "En todos los países contamos con, al menos, un coach interno".
Está de acuerdo con Guido Stein en que los mejores coach son los propios jefes: "Todos los directores de la empresa han recibido una formación básica en coaching , porque es una materia incluida en cursos obligatorios".