Pymes y Emprendedores

Andrea Fabra, si no sabes torear...

Seguramente muchos de ustedes, en un proceso de selección para un trabajo, habrán pasado por un test psicológico. No importa el cargo.

Conozco empresas de cazatalentos que afinan con estas cosas para no perder su reputación. Conozco a reponedores de supermercado que también han pasado por ello. Yo misma me he visto en la situación de contestar a preguntas como: ¿se siente cómodo trabajando en equipo? ¿Le gusta dirigir? También me han preguntado si pensaba casarme y tener hijos y en qué equipo juega Luis Figo, pero esto es tema de otra columna. Lo digo porque me pregunto si para entrar a trabajar como diputado, algún psicólogo examina a los candidatos.

Siempre he pensado que yo no valdría para ser juzgada a cada instante por un enorme grupo de rivales políticos, hasta los del propio partido, por eso que llaman la opinión pública, la sociedad civil, etc. Estar sometida a ese cruel escrutinio podría conmigo y, lo que es peor, con lo que me rodea.

Andrea Fabra probablemente es de las mías. Lleva años escuchando lindezas acerca de su padre, está viviendo una de las legislaturas más calientes de las que recuerda nuestra escasa memoria y claro, se le ha escapado un "Que se jodan", que yo no sé si se dirige a los parados o también añade a los compañeros de hemiciclo que no comulgan con sus ideas. Porque claro, hay que tener mucho aguante. Otra cosa es que haya quien le desee la muerte y cuelgue en Internet la dirección de su casa. Miren, eso es impresentable. Y si ella no tiene aguante, el resto debemos tenerlo. Aunque sólo sea para no pecar de lo mismo.

Lo que pasa es que su sueldo lo pagamos todos. Lo que pasa es que uno debe tener temple, una pelota antiestrés, el Lexatin o las Flores de Bach a mano. Lo que pasa es que lanzar esa frase cuando tenemos cinco millones de parados y los que te rondaré morena no es de recibo. Porque para tener esa actitud en público en uno de los días más importantes para el presidente de tu partido y el de todos, mejor nos quedamos en casa, o trabajando en la empresa privada, sin grabaciones de por medio. Y a pasar por el psicólogo. Como todos. O casi.

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