
Cuando estas fiestas estén frente al árbol de Navidad, comprueben ustedes mismos la fuerza de la globalización. La gran mayoría de regalos que Papá Noel habrá colocado en su base son, total o parcialmente, Made in China. Y no sólo los regalos. También la atmósfera navideña tiene acento mandarín: el árbol artificial, las bolitas navideñas, las lucecitas o las guirnaldas.
Lo que no deja de ser paradójico, porque la Navidad no forma parte de las fiestas tradicionales chinas. En el gigante asiático, más allá del oportunismo comercial, la Navidad no se celebra; pero que no la hagan suya no significa que no hagan negocio con ella.
Aunque el sector de los ornamentos navideños está muy atomizado en China y apenas existen cifras oficiales, se estima que alrededor del 90 por ciento de la producción navideña de todo el planeta se cuece en el país asiático. Dato que, en realidad, ni siquiera sorprende porque se trata de una producción de bajo valor que requiere mano de obra intensiva y barata. Y para ese formato China no tiene rival. Así que en Yiwu, localidad en la provincia de Zhejiang, unas 300 fábricas trabajan el sector en competencia con las fábricas de Cantón. Una de ellas, la de la empresa Yiwu Festival Gifts, produce en temporada alta a todo pulmón para alimentar los sueños navideños de Occidente.
Sin China no hay Navidad
"Cada día durante nueve meses producimos 600 árboles artificiales grandes, 3.000 árboles pequeños, 200.000 bolitas de Navidad y 100.000 metros de guirnaldas", asegura Sophia Huang, directora de la citada empresa. Empresas como Yiwu Festival Gifts, una de las de mayor volumen productor de China, factura unos ocho millones al año, consecuencia del perfil del sector: productos sin tecnología, escaso valor, mínimo margen y producción basada en la mano de obra. De ahí que sean muy vulnerables a la coyuntura económica del momento. Este año los costes de producción y, por tanto, también los beneficios se han visto fuertemente afectados por la subida del precio del petróleo, materia prima de los plásticos que acaban en los hogares occidentales en forma de decoración para la felicidad.
Su venta sigue a pesar del escándalo de los juguetes tóxicos
Este año, por si fuera poco, se enfrentaron a un sonado escándalo en una industria paralela: el de los juguetes tóxicos de Mattel. "Al principio estaba muy preocupado", apunta el empresario Huang Chun Man, al recordar los 21 millones de juguetes de Mattel fabricados en China que fueron retirados por su toxicidad de los mercados mundiales. "Pero enseguida descubrí que, sin China, Occidente no podría celebrar la Navidad", exclama antes de asegurar que los pedidos internacionales llegaron un mes más tarde que otros años pero que, al final, las ventas fueron mejores. "El caso Mattel afectó más a los juguetes que a la decoración navideña", advierte, por su parte, Sophia Huang.
A costa de los trabajadores
Mientras que en Cantón el sector exportó por valor de 790 millones de dólares entre enero y octubre, un 23 por ciento más que el año anterior, en Yiwu el escándalo de los juguetes de la multinacional estadounidense sí se sintió. "En septiembre las exportaciones se frenaron", reconocen en el sector.
Pero si en el caso Mattel, la presión para ajustar los costes y un margen mínimo llevó a los fabricantes chinos subcontratados por la multinacional a aplicar pinturas de baja calidad, que al final resultaron tóxicas, en el sector de la decoración navideña el ahorro de costes se hace a costa de los trabajadores. Esta misma semana, la ONG estadounidense Nacional Labor Committee (NLC) acusó a Wal-Mart de comprar sus ornamentos navideños a un proveedor chino que emplea a niños de 12 años y que hace trabajar a sus empleados más de 100 horas a la semana.
Condiciones de trabajo nefastas<7h2>
En un meticuloso informe, NLC documenta la denuncia contra Guangzhou Huanya Gift, el proveedor de Wal-Mart: muchos de sus 8.000 empleados cobraban únicamente 0,17 euros por hora trabajada, menos de la mitad de la cantidad que exige la ley china.
La explotación llegó a tal extremo que los obreros cobraron apenas 42 dólares por cada 110 horas en la línea de producción. En verano, denuncia el informe, 600 niños de entre 12 y 16 años fueron reclutados para trabajar entre 10 y 15 horas al día, siete días a la semana, sin ningún día libre durante meses. Los jóvenes fueron quienes, después de una huelga, hicieron sonar el silbato de la denuncia. El director de NLC, Charles Kernaghan, declaró: "Ningún estadounidense debería comprar producto alguno en Wal-Mart si supiera que las ofertas se han hecho a costa de la explotación de niños".
Juicios por explotación
Wal-Mart, que en 2005 ya compareció en juicio en Estados Unidos por violación de su código ético a propósito de las condiciones laborales en las fábricas de sus proveedores en China, Bangladesh, Indonesia o Nicaragua, vuelve a encontrarse por los mismos motivos bajo el ojo del huracán.
La multinacional de la distribución asegura que ha lanzado una investigación. "A través de nuestro riguroso programa de estándares éticos, Wal-Mart lidia agresivamente con cualquier alegación de condiciones impropias en las fábricas de nuestros proveedores. Mantenemos un estricto código de conducta y empleamos a 200 personas para monitorizar a nuestros proveedores. El año pasado realizamos 16.000 auditorías en 8.700 fábricas", destacó la compañía en un comunicado.