
En el mundo del emprendimiento, existe la tendencia a hacer del fracaso empresarial una lección de aprendizaje que lleve al éxito en futuros proyectos. La ciudad de Madrid tiene dos años para demostrar si ha aprendido de los errores cometidos durante las dos últimas candidaturas a acoger unos Juegos Olímpicos de verano, en 2012 y 2016.
Ayer, el alcalde de la capital española, Alberto Ruiz-Gallardón, anunciaba que trasladará al pleno municipal una propuesta para que Madrid presente su candidatura a organizar los Juegos Olímpicos del año 2020.
Ya en 2009, tras la segunda derrota por la carrera olímpica (Río de Janeiro acabó imponiéndose en la última votación), Ruiz-Gallardón decidió realizar una reserva estratégica de suelo para acometer las obras de una villa olímpica en el supuesto de que Madrid decidiera presentarse, por tercera vez, a acoger una cita de estas características.
Sobre el papel, parece que ésta será la única gran inversión que, en caso de salir elegida, deberá acometer la ciudad, que aprovecha en su tercera carrera olímpica las sinergias generadas durante sus concursos para 2012 y 2016. Esto significa que "antes de 2013 (fecha en que se conocerá la ciudad que acogerá los Juegos de 2020) no se realizará ningún gasto en inversión en infraestructuras", tal y como refrendó ayer Ruiz-Gallardón, quien apuntó que el 80 por ciento de las mismas "ya están hechas". El otro 20 por ciento que habría que acometer, en caso de ganar la sede, estaría encabezado por la Villa Olímpica, un proyecto que en la anterior candidatura de Madrid 2016 estaba presupuestado en 831 millones.
El 'factor París'
La decisión de iniciar una nueva carrera olímpica ha venido impulsada por lo que ha sucedido en las últimas fechas en torno a dos ciudades: Pyeongchang (Corea del Sur) y París. Respecto a la primera, ha sido elegida sede de los Juegos de invierno de 2018, precisamente en su tercer intento, lo que añade más opciones a que en 2020 la sede de los Juegos de verano sea europea.
En el caso de París, esta semana se conocía la decisión del consistorio galo de no presentarse a la cita de 2020 y aunar esfuerzos de cara a la de 2024, teniendo en cuenta que se cumple el centenario de la Olimpiada de 1924, celebrada precisamente en la capital francesa. Estos dos factores han impulsado a Madrid a proponer su tercera corazonada, que ayer en las redes sociales era considerada como la tercera cabezonada.
Un impacto de 6.000 millones
La decisión anunciada ayer ya parte salpicada de dudas. Por un lado, los grupos Izquierda Unida y UPyD del Ayuntamiento de Madrid anunciaron su disconformidad. Tampoco está claro de dónde saldrán los fondos para acometer la aventura, en un contexto en el que la deuda municipal supera los 7.000 millones.
En principio "la intención es que el presupuesto (de la candidatura) sea un 50 por ciento inferior al de la última vez". Entonces fue de 37,8 millones, de los que 16,8 salieron de las arcas municipales. La idea es apostar por patrocinadores privados y enfocar el grueso de la inversión en la promoción exterior.
Según diversos estudios, el impacto económico de unos Juegos Olímpicos para una ciudad se sitúa entre los 4.000 y los 6.000 millones de euros.