
Innovación contra el fuego. Gobierno y comunidades autónomas se han empeñado este verano en aprovechar todas las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías para combatir los incendios forestales. Por eso, han puesto en marcha novedosos desarrollos tecnológicos que les permitirán detectar y extinguir con mayor eficacia estos siniestros.
Así, la Sala Nacional de Emergencias de la Dirección General de Protección Civil, que realiza el seguimiento de todos los incendios y transmite información y alertas a los organismos correspondientes, ha sido reforzada con elementos que permiten una alerta temprana, la detección de incendios y el seguimiento por satélite de focos de fuego, mediante la observación y registro de datos obtenidos por medio de plataformas espaciales geoestacionarias (Meteosat) y de órbita polar (Modis).
La utilización de estos sistemas de información geográfica facilitará la tarea de todos los profesionales implicados en la gestión de emergencias. En concreto, permitirá el análisis de más información en menos tiempo y con mayor detalle, pudiendo localizar la raíz de los problemas y contar con más precisiones a la hora de asesorar en la elaboración de diferentes planes.
Además, los ciudadanos podrán acceder a más y mejor información sobre los principales riesgos, a través de los avisos de fenómenos meteorológicos adversos en los medios de comunicación y la página web de Protección Civil.
Otra de las innovaciones que aumentará este verano la eficacia de la lucha contra el fuego consiste en la simulación de la evolución de incendios. Ésta permitirá, teniendo en cuenta las previsiones meteorológicas, obtener un sistema de información geográfica, con los elementos vulnerables a los que el siniestro puede afectar (bienes, infraestructuras, etc.), así como su evolución previsible.
En tercer lugar, será posible la determinación del daño producido por los incendios catastróficos, en un periodo de 48 a 72 horas, a través de la observación por satélite de los perímetros y el grado de afectación de las superficies recorridas por el fuego. Esto permite una valoración rápida de las consecuencias de los incendios sobre la población, los bienes, las infraestructuras y el medio ambiente. Y, por último, los nuevos avances harán posible una gestión rápida de las solicitudes de medios que realicen las Comunidades Autónomas, así como el intercambio de información en la lucha contra incendios forestales mediante un sistema de comunicación denominado SIGAME.
Prevención hasta el 30 de octubre
En la campaña de prevención y lucha contra incendios participan, de forma coordinada, el Gobierno y las Comunidades Autónomas y se desarrolla del 15 de junio al 30 de octubre. Por parte del ejecutivo central, participan once ministerios, 5.000 efectivos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, 3.000 miembros de la Unidad Militar de Emergencias, 500 efectivos de las Brigadas de Refuerzo de Incendios (Brif), dependientes del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino y especializados en el ataque directo al fuego, y 70 medios aéreos. Además, la Unidad Militar de Emergencias podrá ser activada en caso de que sea requerida.
A ello se unirán los esfuerzos de las Comunidades Autónomas, que cuentan con competencias en materia de protección civil y gestión forestal. En 2009 éstas dispusieron de un total de 218 medios aéreos, 27.500 medios humanos, 1.442 autobombas y unos 2.200 vehículos complementarios.
Para aumentar la rapidez, este año se ha intensificado el proceso de información entre los órganos administrativos más directamente implicados mediante correo electrónico, SMS y dos informes diarios de situación dirigidos a los miembros del comité permanente de la Comisión Interministerial de Coordinación, Prevención y Lucha contra Incendios Forestales y al Comité Estatal de Coordinación de Incendios Forestales, así como a los delegados y subdelegados del Gobierno.
Menos incendios en 2009
En 2009 se registraron en España 15.391 siniestros forestales, un 18% menos que la media del decenio (18.626). Pero el descenso es todavía mayor si lo comparamos con los ocurridos en 2008, ya que con respecto a ese año la disminución fue del 25,4%.
Además, hay que tener en cuenta que las temperaturas del pasado año se situaron muy por encima de la media de los últimos veranos y las precipitaciones fueron sensiblemente más bajas. Sin duda, la situación refleja una mayor sensibilización de los ciudadanos y una lucha más activa contra estas catástrofes.
Julio fue un mes especialmente castigado, ya que se quemaron un total de 35.685 hectáreas (un 33% del total) en incendios provocados, en su mayor parte, durante la segunda quincena del mes, en la que se alcanzaron unas temperaturas extremadamente altas.
En cuanto a la localización geográfica, destacó el noroeste peninsular con un 53% de incendios forestales, si bien fueron las Comunidades Autónomas del interior las que concentraron la mayor parte de la superficie afectada (un 42,06%, así como las que vieron quemada la mayor superficie arbolada (65,27%).
Pero las peores consecuencias fueron las once personas fallecidas el pasado año a consecuencia de los incendios , de las que cinco eran miembros del Cuerpo de Bomberos de la Generalidad de Cataluña que el 21 de julio participaron en la extinción de un incendio en Horta de San Joan (Tarragona). El ejercicio también se caracterizó por un progresivo aumento en el número de operaciones de evacuación practicadas, que ascendieron a 74, con un total de 37.312 personas evacuadas en 32 provincias de doce Comunidades Autónomas.
Una segunda opinión
El informe Luces y sombras de la lucha contra los incendios forestales, presentado recientemente por Ecologistas en Acción, afirma que en los últimos diez años las administraciones no han adoptado las medidas necesarias para reducir el número y gravedad de los incendios forestales, por lo que esta asociación reclama que se priorice la prevención para reducir el número de conatos e incendios , así como las causas de los incendios.
Así, el estudio concluye que las administraciones han primado la inversión en medios de extinción en detrimento de la prevención, logrando una mayor efectividad en la extinción de los incendios pero favoreciendo que el número de conatos e incendios no se haya reducido ostensiblemente.
Además, señala que "pese al aumento de los medios de extinción, éstos encuentran grandísimas dificultades a la hora de extinguir los grandes incendios cuando coinciden con circunstancias climatológicas muy desfavorables, tanto por la incidencia y permanencia de temperaturas muy elevadas, como por la escasa humedad acumulada del suelo y de parte de la vegetación".