
De cuando en cuando, algún estudio de turno nos recuerda la cantidad de amores que surgen al calor de la oficina. Y también hay otros que van más allá y señalan las ventajas y desventajas que tiene combinar lugar de trabajo y casa con la misma persona.
Pero algunos valientes van más allá y comparten empresa. Son matrimonio y empresarios al mismo tiempo. Comparten cama y plan estratégico. ¿Es posible sobrevivir a este binomio?
"Parece que los casos sólo se dan hoy, en tiempos en los que la mujer está plenamente introducida en el mundo laboral. Pero lo cierto es que las mujeres siempre han tenido un papel muy importante en las empresas de sus cónyuges, aunque no estuvieran presentes en el organigrama. La gestión informal ha sido cosa de ellas", cuenta Javier Quintana, director de Estudios del Ins- tituto de Empresa Familiar.
Quintana dice que las empresas gestionadas por parejas funcionan muy bien. "Se nota la complementariedad", dice. Aunque también hay peros: "Si se limitan a trasladar su estilo de gestión de la casa a la empresa se acaban convirtiendo en empresas familiares poco profesionalizadas"; por eso aconseja rodearse de gestores externos.
Consejo: separación de bienes
Aunque entra en el terreno de la más estricta privacidad, desde el Instituto de Empresa Familiar se recomienda la separación de bienes y la redacción del testamento como herramientas imprescindibles para el buen funcionamiento de estos negocios. Más que nada, para evitar que las rupturas sentimentales agudicen los problemas en la compañía. Aunque Quintana advierte de que cuando una pareja se rompe "es muy difícil que los dos continúen en el negocio. Al fin y al cabo, se pierde la confianza, y ése es el nexo de unión más importante. Todo lo demás te lo puede dar cualquier empresa que no sea familiar".
María Dolores Balmes, pertenece a la cuarta generación de Industrias Balmes, una empresa situada en Cubas de la Sagra (Madrid), tras convivir en la empresa con su padre y con sus dos hermanas, ahora ejerce como directora general y su marido como director de Operaciones.
Su experiencia, a juzgar por sus palabras, es buena. "¡Claro que es complicado gestionar con sentimientos! No es fácil separarlo y más cuando te llevas los problemas de la empresa a casa. Eso sí, tener a alguien de total confianza a tu lado permite que le puedas contar todo", declara.
María Dolores entró en el negocio familiar en 1994, aunque su marido, Carlos Pérez del Notario, lo hizo un año antes. Por aquel entonces eran novios, pero su futuro suegro vio que ese ingeniero aeronáutico era lo que necesitaba para su empresa. Por eso le hizo una oferta. "Si no fuera por mi marido no se habrían hecho muchas cosas en la compañía. Aunque desde el principio dejó claro ante toda la familia que éste es un trabajo en el que se implica como si fuera suyo, pero sin tener acciones", dice.
Roles y funciones bien definidos
A veces la idea de montar una empresa surge de forma espontánea. Natàlia Perernau ha tenido siempre vocación pedagógica pero poco empresarial. "La parte de la gestión no me gustaba nada", cuenta. Pero su marido, Quim Serracanta, tras su paso por diversas multinacionales con sede en Barcelona, sí la tenía. Así que pasaron de compartir desayuno a reuniones de trabajo y en 2005 montaron Kids & us, una escuela de idiomas para niños.
Entre risas, confiesa que los primeros seis meses fueron "terribles", hasta que cada uno marcó sus límites. "Es que no hacía más que echarme broncas por todo", confiesa. Pero tras la tormenta, la calma. "La implicación que le pido no se la puedo pedir a un asalariado, y además nos complementamos. Nos damos mucho soporte emocional", dice. Y rompe con un tópico: "La gente piensa que por trabajar juntos no nos despegamos ni paramos de hablar todo el rato, y no es así. Muchas veces es en casa cuando aprovechamos para hablar".
"Trabajar con tu mujer no es un problema. Más complicado es cuando los hijos, si trabajan en la empresa, confunden los roles y establecen el paralelismo padre-jefe y empleado-hijo". Así de rotundo se muestra Pedro Macías, presidente de Emersa, la compañía que distribuye en exclusiva para España el cristal y la porcelana de Bohemia. Más de 40 años de empresa con el reparto de papeles perfectamente establecido: "Yo llevo la gestión y ella lleva la gestión de cobros y las relaciones institucionales".
Marido y mujer se complementan mejor entre si que con los hijos
También señala la confianza como base para que el engranaje funcione y lamenta que los problemas de la empresa se trasladen a casa. "Algunos consejos de dirección los hemos hecho en comidas familiares", comenta. Y tal y como señalaban en el IEF, apuesta por la separación de bienes. "Es imprescindible. Conozco empresas que por no hacerlo han tenido problemas enormes", dice. Y aunque en todos estos años no ha recurrido a alguien ajeno, presiente que lo hará cuando los hijos tomen las riendas. "Para que haya un árbitro", añade.
Ricard Fisas, presidente de la multinacional cosmética Natura Bissé, también reconoce que ha sido más fácil, durante los 30 años que tiene su empresa, trabajar con su mujer que con sus hijos -tres de los cuatro que tiene más dos yernos lo hacen-, aunque no recuerda ningún roce importante.
"Monté una empresa de cosmética sin tener ni idea de cosmética. Como mi mujer entendía, tenía mi complemento. Ella se ha ocupado de la parte de marketing y yo de la técnica. Ha sido un lujo", asegura. Aunque para lujo su forma de pasar la batuta de la empresa: "Encerré a mis hijos en un hotel y no salimos de allí hasta que no hubo fumata blanca y votaron por unanimidad a la que consideraron que debería dirigirla". ¿Un secreto? "No ponerles sueldo de padre, sino de mercado". A él le funcionó.