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Con la llegada del 'Año del Perro' se dispara el negocio de los casamientos en China

Cada año se casan 20 millones de chinos, una actividad que ya genera más 30.000 millones de euros

El negocio del amor coge velocidad y vive un momento estelar en China. Atrás quedó la época maoísta, cuando las bodas que rubricaban alianzas sociales se ventilaban con tristes ceremonias sin apenas regalos y con la concurrencia vestida con ropa de diario. Ahora todo ha cambiado: los 20 millones de personas que se calcula que se casan al año en el país asiático, tiran la casa por la ventana al oficializar su amor.

Lo que representa un jugoso negocio que mueve entre 25.000 y 30.000 millones de euros al año, según el sector. Este año, incluso, las previsiones son aún mejores y la avalancha de enlaces -y millones- está servida.

Y ello porque el actual Año del Perro abre, según creencia de una sociedad que concede gran importancia al simbolismo de su calendario lunar, grandes esperanzas a la buena suerte y a la felicidad. Además, el año 2006 inició su ciclo lunar muy temprano, con lo que durará 385 días y tendrá dos días oficiales de inicio de la primavera, un fenómeno que únicamente ha acontecido 12 veces en los últimos 2.300 años.

Casamientos masivos
El pasado 1 de mayo se casaron 2.000 parejas sólo en Shanghai. Durante toda la semana, un total de 30.000 parejas han dado esquinazo a la soltería. En la vecina provincia de Jiangsu, otras 15.000 han seguido los mismos pasos. Y en Pekín, 100 parejas se casaron en pelotón típicamente chino, todos a una, junto a la Gran Muralla.

También en la capital, una pareja de tortolitos recibió cierta atención mediática al contratar sendos aviones que inundaron de pétalos de rosas el cielo pekinés. Y es que en la China actual que, por encima de todo, rinde culto al dinero, las bodas son una cuestión de pedigrí social.

Lo cual es un fabuloso negocio. "La gente se casa ahora más porque tiene más dinero. Sólo en Shanghai lo hacen 120.000 parejas al año", razona Wang Li Ping, secretaria general de la asociación que aglutina a las 100 empresas que ofrecen servicios nupciales a la carta en Shanghai.

Una boda para 100 invitados, en un país con familias relativamente reducidas por efecto de la ley de un solo hijo, tiene un coste medio de unos 15.000 euros en una China urbana que dispone de poco más de 1.300 euros de renta per cápita anual. Aunque, obviamente, esa cifra es sólo una referencia: "Tradicionalmente, los recién casados sellaban su enlace con sendos anillos de rubí. Ahora, se prefieren los anillos de oro y brillantes porque lucen más socialmente", explica Wang, dando a entender que el precio de las joyas puede ser dispar.

El matrimonio tradicional, en declive
Ya que el matrimonio tradicional vive un inevitable declive y los chinos han importado desde la cinematográfica América el modelo occidental de contraer matrimonio, las empresas que ofrecen la distinta parafernalia nupcial viven un momento dulce. Y no sólo el sector de la joyería, uno de los más favorecidos.

Las tiendas que ofrecen vestidos de novia, a entre 300 y 2.500 euros la broma, han florecido como setas por la calle Huai Hai, donde se agolpa el comercio del lujo en Shanghai. Pero es en los caterings y restaurantes donde los recién casados echan el resto: el banquete nupcial, todo un símbolo de poderío que certifica el estatus social, raramente incluye menos de una docena de platos. El consumo medio por comensal alcanza los 800 yuanes (80 euros) y no falta el champán y los pasteles.

A todo ello, hay que sumar el alquiler de limusinas, la luna de miel preferiblemente en Hong Kong, Singapur u Occidente y una puesta en escena convenientemente china. El derroche incluye un ritual obligado de sesiones fotográficas con el atuendo matrimonial, no sólo durante la boda sino en los días precedentes, como en la semana que acaba de concluir, en la que los parques han sido asaltados por parejas de novios que seguían cansinamente el guión en kilométricas sesiones fotográficas.

El negocio es tan lucrativo que ahora algunos estudios de fotografía ofrecen, a un coste mayor, sesiones fotográficas de los novios prácticamente desnudos, para añadir algo de picante a su álbum nupcial y escandalizar a propios y extraños.

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