
El suave acento argentino de Alicia Kaufmann choca con sus afirmaciones, rotundas aunque no agresivas. Kaufmann no pretende sentar cátedra con sus frases, pero lleva unos cuantos años investigando la evolución de hombres y mujeres en el ámbito social y profesional y sabe cuánto han cambiado las cosas.
De hecho, a la última de sus investigaciones, Directiv@s y dilemas de identidad, publicada por el Centro de Investigaciones Sociológicas, aún le quedan un par de semanas por salir del horno. De igualdad, madres y profesionales hemos hablado con ella.
P Empecemos con algo muy reciente, la formación del nuevo Gobierno. ¿Le parece necesaria la creación de un Ministerio de Igualdad?
R Bueno, decir que es necesario es un poco fuerte. Creo que si sirve para potenciar determinadas cosas está bien. De todos modos, creo que debe ir de la mano de la Fundación que va a presidir Jesús Caldera, dedicada a promocionar una nueva cantera de ideas. Lo que sí me parece bueno del nuevo Gobierno es la apuesta decidida por la sociedad del conocimiento. Ya es hora de que los políticos dejen de pelearse, de dejar el pasado donde debe estar, en el pasado, porque durante todo este tiempo han dejado de mirar lo que pasa a su alrededor. ¡Y ha pasado tanto!
P ¿Cree que hemos avanzado algo en materia de igualdad? Porque sigue habiendo flecos...
R La igualdad en las generaciones más jóvenes no es un objetivo por el que hay que luchar, porque es algo que ya existe. Hombres y mujeres de entre 30 y 40 años tienen casi el mismo nivel de formación, y eso no ocurría con otras generaciones, con la anterior y mucho menos con la de nuestros padres.
P Quizá en formación sí se hayan logrado avances, pero en sueldos sigue habiendo diferencias claras.
R Está claro que falta aún un buen trecho en alcanzar la igualdad en los salarios. Pero creo que las mujeres siguen cobrando menos porque no saben negociar. Ellos pelean si no están convencidos de lo que les ofrecen, a nosotras nos falta mucha formación y empuje para hacerlo.
P Aunque a muchos se les sigue llenando la boca alabando ciertos rasgos femeninos a la hora de trabajar...
R Es que existen. La mujer es muy prolija trabajando y tiene una mayor conexión emocional con la empresa. Ellos no se lo piensan tanto y si no les convence, se largan a otra empresa. Esta actitud habría que valorarla, porque formar a un trabajador nuevo le cuesta a la empresa ni más ni menos que un año entero de salario.
P Pero claro, como pueden ser madres se convierten en un auténtico 'peligro' laboral...
R Por desgracia, eso es verdad, se penaliza a las madres, y eso que España sigue teniendo una tasa muy baja de natalidad. Para las mujeres de hoy la maternidad ya no es una prioridad, pero los que contratan siguen pensando que sí.
P Usted ha afirmado en más de una ocasión que las empresas ponen cortapisas a las mujeres como si fueran a ser madres toda la vida, cuando la dedicación por completo a aellos ocupa una parte muy corta de nuestra vida profesional. Pero si no me equivoco ellos también son padres toda la vida ¿o no?
R Y lo que es peor, ¡también han sido hijos!
P De todos modos, a veces se critica a las directivas que al llegar a lo más alto adoptan los mismos roles discriminatorios que sus colegas masculinos. ¿Por qué lo hacen?
R Dése cuenta que el hombre ha sido socializado en exclusiva como proveedor material, y la mujer como proveedor emocional. El hombre funciona con un comportamiento enfocado a dar resultados. El mapa mental de ella, en cambio, es observar el seguimiento de procesos. Mi hipótesis al respecto es que todo el mundo siempre le demanda a la mujer que cuide de los demás. Entonces no es que adopte los roles masculinos, es que no aguanta tanta presión porque tiene que estar también pendiente de cuidar las emociones de los que le rodean.
P A estas alturas y según sus investigaciones y la experiencia vivida, ¿cree que es posible equilibrar trabajo y persona y no morir en el intento?
R Sí es posible compatibilizar, pero según la etapa que se está viviendo. Si se acaba de tener un hijo, es bastante difícil dedicar todo el tiempo necesario al trabajo. Pero eso sólo ocurre un tiempo.
P A veces las mujeres son las que más dificultan el progreso intelectual y profesional de otras...
R Los datos que he analizado en el estudio que tengo a punto de publicar hablan de las diferencias entre distintas generaciones. El desfase entre las hijas y las madres que no han tenido formación es increíble. No es que no se lleguen a entender... ¡es que es imposible que las tomen como interlocutor! Las hijas deben pensar que no es que las madres no quieran entenderlas, ¡es que no pueden! Si no se han vivido determinadas experiencias, es imposible valorarlas en su justa medida.