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La abundante vegetación fruto de las lluvias de la primavera propicia los incendios forestales este verano

Tras el incendio Andratx (Mallorca) por el que han ardido más de 35 kilómetros de la tramontana balear, El Economista ha entrevistado a Noelia Sánchez, experta en Medio Ambiente y profesora en Bureau Veritas Centro Universitario, Institución Educativa que pertenece al grupo internacional Bureau Veritas, líder mundial en evaluación de la Conformidad y Certificación en Calidad, protección del Medio Ambiente, Seguridad, Salud y Responsabilidad Social.

"Este verano puede haber un elevado número de incendios forestales debido a la abundante vegetación que presentan nuestros bosques después de las copiosas lluvias primaverales; por ello habrá que estar muy atentos a las temperaturas, ya que todo apunta a que serán elevadas, por lo que lo que el índice de incendios forestales puede incrementarse". Así, lo afirma la especialista y profesora Sánchez.

Según apunta también, "es difícil predecir el número de incendios que pueden producirse este verano", pero "sus consecuencias pueden minimizarse con una adecuada gestión forestal". Entre otras actuaciones, la experta destaca el "empleo de la biomasa para fines energéticos, un aumento de la ganadería extensiva, planes de protección de las viviendas y urbanizaciones inmersas en zonas forestales, o la colaboración ciudadana y la investigación y persecución del delito de incendios provocados".

Los incendios se dan principalmente en verano y son provocados por el ser humano, en su mayoría de forma accidental, aunque, como señala Sánchez, "se ven favorecidos por la vegetación inflamable y por condiciones climáticas desecantes como son las elevadas temperaturas, la baja humedad relativa del aire y la sequía".

De lo que no hay duda es de las trágicas consecuencias de un incendio forestal, según se ha visto estos días con el incendio de la sierra de la Tramontana de Mallorca, Patrimonio de la Humanidad, cuya imagen abrasada ha consternado a todo el país.

Entre las principales consecuencias medioambientales de un incendio forestal, Sánchez enumera "la destrucción de biodiversidad, el aumento de la desertificación o la contaminación de las aguas y la atmósfera".

Por si esto fuera poco, "la recuperación ambiental de las zonas quemadas es extremadamente complicada, ya que tras el fuego los ecosistemas se ven muy afectados y las especies de la zona deben de encontrar un nuevo hábitat natural para poder sobrevivir, algo complicado ya que el manto vegetal suele desaparecer casi por completo". Además, tras el incendio, "el suelo queda prácticamente estéril debido a la mineralización de la materia orgánica, lo que limita la recolonización de las especies autóctonas. Y por último, no podemos olvidarnos del aumento de la erosión, lo que reduce significativamente las posibilidades de recuperación".

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