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El zapatero más conocido del mundo, Manolo Blahnik, calza ahora el pie del caballero

El nombre de Manolo Blahnik es sinónimo de tacón de aguja, de stilettos sin final cuya ingeniería parece imposible, frágil, mágica en definitiva. A simple vista, precarios y sin posibilidad de sostener un cuerpo humano sobre ellos, pero una vez puestos se convierten en sólidos pedestales de lujo que no sólo resisten lo que les echen, sino que son cómodos a rabiar.

Pero en primavera, este diseñador de culto dejará de lado por una vez a las mujeres y se centrará en lanzar los primeros "manolos" para caballero. Seis modelos que retoman el interés que al principio de su carrera el creador cultivó por el calzado masculino. Unos zapatos llenos de color y fantasía que, en su madurez, los ha dotado de una pátina clásica sin perder la frescura y la irreverencia. "Hay algunas sandalias elaboradas con materiales preciosos y algún modelo más clásico con un cierto toque diferente y provocador", explica el diseñador. "He creído que era hora de darle una nota de color al armario del hombre."

El acento incontextualizable de Blahnik -entre el inglés de Saville Row y la melosidad francesa de la Rue du Faubourg-Saint-Honoré- despista sobre su origen español. Las Islas Canarias vieron nacer a Manolo en 1942, aunque ya en 1968 se trasladó a París, tras estudiar idiomas y arte en Ginebra, y un año más tarde recaló en Londres, donde trabajó en una boutique de modas, además de escribir para L'Uomo Vogue e integrarse en la sociedad artística londinense. Su vocación creativa estuvo clara desde siempre, aunque primero deseó emular a Cecil Beaton, Oliver Messel y Rex Whistler convirtiéndose en diseñador de escenarios. Tendría que llegar Diana Vreeland, la gran gurú de la moda del siglo XX y directora de la edición americana de Vogue, para iluminarlo y aconsejarle que se centrara en el diseño de zapatos.

Joyas artísticas

Las creaciones de Blahnik son auténticas joyas artísticas de sabor artesanal, donde los tacones y hormas están exquisitamente moldeados con el buen hacer aprendido en la fábrica de calzado de los artesanos Turner Brothers al principio de su carrera. Posteriormente, Blahnik ha calzado grandes momentos de la historia. Por ejemplo cuando en enero del 74 apareció en la portada del Vogue británico junto a Angélica Huston fotografiado por su amigo David Baile, convirtiéndose de esta manera en el primer hombre de la historia que ocupaba esa página. O cuando en 1977 Bianca Jagger hizo su inmortalizada entrada en Studio 54 a lomos de un caballo blanco con unos manolos. En los setenta acompañó a Calvin Klein en la pasarela de Ossie Clark y a John Galliano en su debut con Christian Dior en 1997.

Manolo Blahnik acumula premios y menciones como la Aguja de Oro o la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes otorgado por el Rey Juan Carlos, es objeto de publicaciones, estudios y exposiciones, y lo más singular, crea adhesiones incondicionales: sus seguidoras son casi sectarias. A Jimmy Choo ni agua. La rompedora colección estará disponible en las boutiques de Blahnik a partir de febrero.

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