Generales

Un mes de gestación, un parto de dos horas

La crisis de Gobierno se empezó a gestar a principios del mes de marzo. En aquellos días un asesor de Zapatero ya vaticinó a elEconomista: "Se va a poner de parto en las próximas semanas". Una gestación un tanto larga para este tipo de acontecimientos. En ese tiempo pergeñó tres objetivos diferentes, según coinciden las fuentes  consultadas: la sustitución de Solbes, el reclutamiento de Chaves y la incorporación de Blanco.

Todo ello con un propósito común: dar un "nuevo ritmo" a su Ejecutivo para afrontar la crisis económica. El resto de la remodelación era "coser y cantar", agrega un asesor que trabaja en Moncloa. Las tres piezas principales estaban listas al menos "tres semanas antes" de comenzar su reciente periplo internacional que inició en Londres para asistir a la cumbre del G20.

Todo calculado: entrevista con Obama y golpe de efecto con un nuevo Gobierno. Muy al gusto de Zapatero. La filtración a la prensa el pasado domingo de la creación de una tercera vicepresidencia y de los nombres de Chaves, Salgado y Blanco el mismo día en que se celebraba el encuentro con Obama provocó "un monumental enfado" en Zapatero, persona que difícilmente pierde la compostura.Pero eso no hizo que modificara sus cálculos. A esas horas apenas quedaban unos flecos; en realidad, uno: quién iba a ser la titular del Ministerio de Cultura. "Se sabía que buscaba a una mujer, pero el nombre de Ángeles González-Sinde fue el último en conocerse", apunta otra fuente de Moncloa.

El primero en conocer su nombramiento

El primero en saber que entraba en el Gobierno fue José Blanco. Como afirma una compañera suya en la ejecutiva federal del PSOE, "estaba cantado, sólo quedaba saber el momento exacto".Con la llegada del nuevo año el número dos del partido ya era consciente de las nuevas responsabilidades ejecutivas que le aguardaban. El siguiente paso fue Manuel Chaves."No era sencillo, porque en el fondo estaba su sustitución al frente de la Junta de Andalucía, una operación política de gran calado y delicada, en el plano institucional y también en el orgánico dentro de la primera federación socialista", explica un miembro de la dirección del PSOE.

Para lograr que todo saliese al gusto de Zapatero, intervino en ese episodio Blanco, como interlocutor personal y como vicesecretario general del partido. Chaves ha reconocido que se lo pensó durante unos días, "pero no demasiado, sobre todo cuando se superó el escollo de la sucesión con el nombre de José Antonio Griñan", agregan las fuentes citadas. Unas pocas conversaciones entre Zapatero y Chaves, junto a unas gestiones de Blanco con la dirección regional, principalmente con Luis Pizarro, cerraron la operación. El hecho de que el nuevo vicepresidente tercero llegue a Madrid con un equipaje completo, encabezado por Gaspar Zarrías, facilitó la solución. En el aire queda si ese nombramiento fue "consultado" al PSC: hay quienes lo aseguran, otros afirman rotundamente que no.

El nombre de Elena Salgado tampoco fue problemático para Zapatero tras decidir que el Departamento de Solbes no se dividía en dos, cosa que pasó por su cabeza en algún momento. "Su nombre surgió durante las diversas conversaciones que mantuvieron el presidente y el vicepresidente segundo para concretar la salida de éste. "Es una apuesta personal de Zapatero, y Solbes no puso ninguna objeción", explica una persona cercana a ambos. La nueva responsable de la política económica del Gobierno se decidió también "antes de que Zapatero iniciara su gira internacional. Y fue informada entonces de su nuevo cometido y de la nueva estructura del Ejecutivo", agregan las fuentes.

Una agenda muy apretada

Con esos puntales amarrados, el presidente del Gobierno arrancó su periplo internacional con la idea de anunciar los cambios al principio de la Semana Santa. En realidad, el mismo día en el que se los hizo saber al Rey y a los medios de comunicación. El paréntesis que hizo en la mañana del viernes día 3 para presidir el Consejo de Ministros lo aprovechó para hacer algunas consultas. Entre ellas, con Ángel Gabilondo, el que iba a ser nuevo ministro de Educación con la recuperación de competencias sobre universidades. Para los ?flecos? restantes tuvo que buscar huecos en su intensa agenda internacional.

Ese fue el caso de Trinidad Jiménez, la ministra de Sanidad y Política Social, a quien llamó por teléfono desde "fuera" apenas 48horas antes de hacer público su nombre en la lista. "Ambos mantienen una estrecha relación personal desde la etapa de 'Nueva Vía?, así es que no tiene nada de particular; pero es cierto que no le había dicho nada previamente", explica una persona de su entorno. Lo que sí le costó dar más de una vuelta a la cabeza fue encontrar a la persona que iba a ocuparse del departamento de Cultura, cuya continuidad nunca estuvo en duda, en opinión de algunos asesores de Moncloa, aunque en este punto tampoco hay unanimidad. "Sólo se sabía que sería una mujer", se insiste. Finalmente, el número de teléfono de Ángeles González-Sinde, presidenta de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, fue el último que marcó Zapatero. La respuesta afirmativa fue inmediata.

Pero los nombramientos ministeriales conllevan, inexorablemente, la previa cesantía de otros tantos. En esta ocasión, con excepción del caso concreto de Solbes, las entrevistas cara a cara del presidente con los salientes no generaron frases para la historia. Al menos no han trascendido.Todas se desarrollaron el mismo martes por la mañana, entre las nueve y las diez y media.

El primero en "despachar" fue César Antonio Molina, tal vez el más sorprendido al enterarse que se quedaba sin cargo. A continuación, Bernat Soria y Magdalena Álvarez decibieron la noticia con otro talante;ambos tenían en el horizonte otros planes, aseguran en sus respectivos entornos. El primero en el ámbito de la investigación biomédica, la segunda con pretensiones en Andalucía.

Cordial pero frío

La última en comparecer ante Zapatero fue Mercedes Cabrera. Pese a que al día siguiente se secó unas lágrimas en la escena del traspaso de poderes, un estrecho colaborador asegura que "se lo tomó con mucha entereza. El presidente fue muy cordial y además le reconoció la rectificación de devolver al Ministerio las competencias sobre universidades". Otros ministros cesantes con anterioridad han relatado que la cordialidad de Zapatero en estos casos es cierta, pero al mismo tiempo "se rodea de una gran frialdad, no hace concesiones personales. Te lo suelta y ya está, sin mayores contemplaciones", relató uno de ellos en su momento.En esta ocasión ha ocurrido lo mismo.

La tarde anterior a su destitución la ministra Cabrera no "tenía ni idea" de en qué términos iba a resolverse la crisis de Gobierno, ni por supuesto que fuese una de las afectadas. Se enteró a la mañana siguiente, apenas unos minutos antes de que Zapatero se marchara al Palacio de la Zarzuela para comunicárselo al Rey.

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky