Ni playa ni piscina: la ruta de río ideal para refrescarse, desconectar y hacer senderismo por cascadas de leyenda y para toda la familia
Naturaleza salvaje con historia y leyenda
  1. iStock

1. Naturaleza salvaje con historia y leyenda

Una de las grandes recompensas del Cañón de Añisclo son sus cascadas y pozas escondidas, que brotan entre los pliegues de la montaña y la frondosidad del bosque. El agua, siempre presente, forma pequeñas piscinas naturales donde se puede refrescar uno (aunque está bastante fría) o simplemente sentarse a disfrutar del sonido del entorno.

El paisaje cambia con las estaciones: en primavera y verano predomina el verde exuberante y el flujo potente del río; en otoño, los colores del hayedo ofrecen una imagen espectacular; y en invierno, cuando hay nieve, el cañón se convierte en un enclave silencioso y mágico.

Cascadas y pozas naturales en plena montaña
  1. iStock

2. Cascadas y pozas naturales en plena montaña

Una de las grandes recompensas del Cañón de Añisclo son sus cascadas y pozas escondidas, que brotan entre los pliegues de la montaña y la frondosidad del bosque. El agua, siempre presente, forma pequeñas piscinas naturales donde se puede refrescar uno (aunque está bastante fría) o simplemente sentarse a disfrutar del sonido del entorno.

El paisaje cambia con las estaciones: en primavera y verano predomina el verde exuberante y el flujo potente del río; en otoño, los colores del hayedo ofrecen una imagen espectacular; y en invierno, cuando hay nieve, el cañón se convierte en un enclave silencioso y mágico.

Un entorno protegido que invita a la desconexión
  1. iStock

3. Un entorno protegido que invita a la desconexión

El itinerario discurre entre miradores naturales, pasarelas de madera y puentes colgantes, siempre con el murmullo del río como banda sonora. Uno de los tramos más impactantes atraviesa el antiguo Puente de San Úrbez, que conecta con una ermita excavada en la roca y ofrece una de las vistas más impresionantes del cañón.

A lo largo del sendero, el viajero descubrirá pequeñas cascadas, musgos brillantes y rincones mágicos donde detenerse a descansar. Es una ruta con cierto desnivel, pero apta para casi todos los públicos si se realiza con calma y buen calzado. Además, el entorno es ideal para la fotografía y la observación de aves.

Un enclave modelado por el agua durante millones de años
  1. iStock

4. Un enclave modelado por el agua durante millones de años

La ruta está dentro de un espacio protegido, por lo que no se permite el baño en algunas zonas y se recomienda respetar las normas del parque. No hay bares ni tiendas dentro del cañón, así que conviene llevar agua, algo de comida y prever la recogida de residuos. En los alrededores, eso sí, hay áreas de picnic y miradores que complementan la visita.

Para los amantes del senderismo más avanzado, existen rutas más largas que conectan Añisclo con otras áreas del Parque Nacional, como Escuaín o incluso el Valle de Ordesa. Pero para un plan familiar, cultural y natural, el cañón es un destino perfecto para desconectar… y reconectar con la naturaleza.

Una reserva de biodiversidad única en Europa
  1. iStock

5. Una reserva de biodiversidad única en Europa

El Cañón de Añisclo forma parte de la vertiente sur del macizo de Monte Perdido, uno de los picos más emblemáticos del Pirineo aragonés, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Este desfiladero ha sido esculpido pacientemente por el río Bellós a lo largo de milenios, creando paredes verticales que superan los 1.000 metros de altura en algunos puntos. El resultado es una impresionante garganta de origen glaciar y kárstico, de gran valor geológico y paisajístico.

La erosión del agua ha tallado cuevas, pliegues rocosos y formaciones únicas, convirtiendo el cañón en un auténtico libro abierto sobre la historia natural de los Pirineos. Las montañas que lo rodean, como el Sestrales, el Mondoto o el Cuello Viceto, ofrecen miradores naturales desde los que contemplar la inmensidad del paisaje, especialmente en días despejados.

Formaciones calizas
  1. iStock

6. Formaciones calizas

Este enclave montañoso alberga una de las mayores diversidades biológicas del parque. En los bosques de ribera y laderas escarpadas crecen especies endémicas de flora como la flor de nieve (edelweiss), junto a hayas, tejos, abetos y arces que proporcionan sombra y frescor en los meses más cálidos. La fauna no se queda atrás: es fácil avistar quebrantahuesos, águilas reales, o escuchar el tamborileo de los pájaros carpinteros entre los troncos húmedos.

Las formaciones calizas que dominan el cañón son también hogar de pequeños mamíferos, anfibios e insectos que encuentran refugio en las grietas y oquedades. La pureza del ecosistema convierte a Añisclo en una zona clave para la conservación de especies amenazadas, y su protección se refleja en la baja intervención humana, permitiendo que la naturaleza siga su curso con mínima alteración.


Más galerías