
No corren buenos tiempos para Under Armour y su relación con el mundo del fútbol. La compañía de ropa deportiva estadounidense ha visto cómo el Aston Villa (que juega en Championship, la segunda categoría inglesa) ha decidido interrumpir tres años antes de tiempo su contrato de patrocinio, lo que supone un nuevo golpe a la intentona de crecimiento de la empresa en el deporte rey.
La nómina de patrocinados por parte de Under Armour queda un poco más reducida después del rechazo del Tottenham el pasado año a seguir vistiendo con su ropa. En su página web, la lista de equipos (en la que aún aparece el Villa) es corta: el Southampton, el St Pauli de Bundesliga 2 y el AZ Alkmaar de la Eredivisie holandesa.
Atrás quedan los coqueteos de la marca de Baltimore con el Real Madrid para consagrar su salto al fútbol. El resultado es una escasa presencia, condimentada con el patrocinio a Memphis Depay (del Olympique de Lyon), Granit Xhaka (Arsenal) o a Kelley O'Hara, internacional de la selección femenina de EEUU.
Un mundo de diferencia respecto a otros deportes, en los que su dimensión es mayor, al menos en lo que concierne a los deportistas.
Así, Stephen Curry (uno de los mejores jugadores de la NBA, con dos anillos y dos 'MVP' con los Golden State Warriors), Andy Murray (doble oro olímpico y ganador de tres Grand Slams), Michael Phelps (el nadador con más medallas olímpicas de oro de la historia, 23), Tom Brady (ganador de cinco Superbowls), Jordan Spieth (uno de los golfistas más relevantes del circuito mundial tras su victoria en el Masters de Augusta 2015), Lindsey Vonn (cuatro veces campeona del mundo de esquí y oro olímpico en 2010) o 'Canelo' Álvarez (uno de los mejores boxeadores de la actualidad) llevan el nombre de Under Armour a lo largo de todo el mundo en sus respectivos deportes.
Unas cuotas de visibilidad que, ni por asomo, ha conseguido en el fútbol. El reinado de otras marcas como Adidas o Nike se impone sobre el sueño de Under Armour, que a pesar de (según Forbes) ser la quinta marca deportiva más rica del mundo en 2017, en el último año ha perdido casi un 16% de su valor en bolsa.