
Zinedine Zidane se tambalea. Su continuidad en el Real Madrid pende de un filamento cada vez más débil. Cada vez más delgado. Cada derrota o tropiezo deshilacha un poco más el sosten de su permanencia en el banquillo blanco. Otros factores también desgastan la cuerda. Su pulso con la directiva para no hacer fichajes en el mercado invernal ya se ha llevado por delante un buen pedazo de la confianza que había en él. Ahora es la plantilla blanca la que lo está empujando hacia el abismo. Los jugadores del Real Madrid están, cada día que pasa, más alejados del francés. Más cerca de firmar el 'divorcio' con su entrenador.
Resulta curioso porque el primero de esos conflictos, el que ha mantenido con el palco para no hacer refuerzo alguno, lo ejecutó precisamente para proteger a los futbolistas. Zidane no quería que hubiera 'intrusos'."Si el barco se hunde, nos hundimos todos", comentó al respecto el propio técnico en sala de prensa.
La jugada le salió bien... hasta que llegaron las primeras grietas en el casco de la nave. Sentar a Isco en el banquillo provocó la primera de las fisuras. No todos dentro del grupo están contentos con la decisión. Tampoco el mismo Isco, que amenaza con volver a plantear su salida si no juega. Sabe que su rol en el Mundial está en juego en función de lo que decida Zidane. Lopetegui ya lo dijo. Le preocupa que no juegue. También que no lo haga Asensio.
La suplencia reiterada del mallorquín, que haya perdido peso en el equipo cuando a principio de curso era uno de los mejores, tampoco ha gustado a sectores del equipo que pedían su presencia por delante de Benzema.
Más daños que añadir a una relación que ahora se ha tensado por la cuerda de dos pesos pesados. Bale y Cristiano Ronaldo se enfadaron mucho con los cambios del sábado en Valencia. Asunto serio porque los dos tiene mucha influencia dentro del cambiador.
Cuenta la Cadena Cope que, después de todo este cúmulo de episodios, el vínculo ya no es tan potente como entonces. Mala señal para un Zidane al que tampoco le acompañan los resultados. Pasa el tiempo y la conclusión, salvo giro en la Champions, sigue siendo la misma: la continuidad del francés se tambalea.