
El Real Madrid no ha empezado bien la temporada. Zidane lo sabe. El entrenador blanco entiende que el mal arranque de los suyos tiene explicaciones deportivas. Pero también explicaciones que van más allá de la pizarra y que señala a la actitud de sus futbolistas. A la manera como los blancos afrontan los partidos. A ellos se lo ha dicho. En dos ocasiones. La última, frente al Apoel de Nicosia cuando, al descanso, abroncó a los jugadores para exigirles un punto más de intensidad. Un punto más de actitud.
Lo revela el diario Marca, el mismo rotativo que contó como, apenas cuatro días antes, la escena se repitió, pero en partido de Liga. Entonces, ante el Levante, Zidane tuvo que ponerse serio en el cambiador para advertir a los suyos que no le estaba gustando nada cómo se estaba jugando ante un recién ascendido.
Entonces tiró de espíritu crítico para pedir que los jugadores, uno por uno, mostrasen más ganas. Que le echaran más arrestos a un partido que debía ser fácil. El mensaje, cuenta Marca, fue similar contra los chipriotas. Zidana achacó los problemas del arranque del partido frente al Apoel a que el Real Madrid (excepciones aparte, como la de Cristiano) no le metió ritmo, ni esfuerzo o concentración al choque.
Quizá motivado por esta charla, el equipo salió tras el descanso con otro brío. Más rápido y más atento a cada balón. De ahí nació la sentencia definitiva al partido. Fue la demostración de lo que cree Zidane que en este comienzo de curso está pasando.
Tras ganarlo (casi) todo el curso pasado, y empezar arrollando esta temporada ante Manchester United y Barça, los jugadores habrían visto saciada su hambre de títulos y gloria, dejando ahora las ganas para los partidos de mayor renombre.
Si a ello se le une no haber contado con el motor de la motivación en el día a día (Keylor Navas admitió el martes en sala de prensa que el retorno de CR7 era bueno por reactivar la ambición del grupo) el resultado es un comienzo titubeante en el que Zidane ha tenido que sacar ya la vara para advertir a los suyos de que, aunque con buenas formas, él sigue siendo el que manda.