
Gerard Piqué, central del FC Barcelona, hizo ayer saltar por los aires todas las redacciones de los diarios deportivos. Le bastaron dos palabras y una foto. "Se queda", escribió con una imagen suya y de Neymar. El anuncio del central (ejerciendo casi de portavoz, casi de presidente) disparó el suspiro de una buena parte del barcelonismo, pero no el de una directiva que no las tiene todavía todas consigo. El caso Neymar, por mucho que lo haya anunciado un peso pesado como Piqué, no está cerrado. Ni mucho menos.
La última palabra de este asunto, aunque parezca mentira, no la tiene el jugador. La tiene su padre. Y su padre aún no ha dicho que sí, que su chico "se queda". Es más, por ahora los términos de la primera reunión entre el también agente del delantero y los mandatarios blaugranas en EEUU fue mal. Bastante mal.
Cuenta el diario Marca que los responsables del palco (Bartomeu, por cierto, no estaba, ya andaba de regreso a Barcelona) no consiguieron sacarle un compromiso de permanencia al padre, que insistió en que los términos de la oferta del París Saint-Germain (PSG) a su hijo eran mejores que los que le ofrecía su actual equipo.
El entorno de Neymar filtró que el padre salió algo molesto por la falta de ímpetu de los mandatarios. Habrá más reuniones y será entonces cuando los directivos deberán aprovechar la 'gestión' del vestuario para retener al jugador, aunque está por ver si eso tendrá un nuevo coste para las arcas culés apenas un año después de que renovase su contrato con el Barça.
Mientras, en París se insiste en que el PSG no ha tirado la toalla y se sigue hablando de un acuerdo cercano. A finales de la semana pasada se afirmó desde Francia que Neymar pagaría su cláusula antes del miércoles. Que para entonces ya estaría de vuelta a Europa para convertirse en el jugador más caro de la historia del fútbol.