
Zinedine Zidane tiene este sábado, ante el Betis (20:45) un complicado examen en medio de la mini-crisis que está viviendo el equipo blanco. Los cuatro empates consecutivos de los merengues frente a Villarreal, Las Palmas, Borussia Dortmund y Eibar han dejado señalado al entrenador francés. Zizou se juega su futuro inmediato en el Villamarín. Dicho de otra manera: no ganar haría que más de una voz crítica en el Bernabéu empezase a especular con su continuidad en el equipo blanco.
Cuenta hoy el diario Marca que la situación interna del francés no es nada sencilla. En primer lugar, su relación con el vestuario es buena, pero ha crecido una suerte de desconfianza que ha dejado varios episodios tensos en el interior del cambiador merengue.
El más llamativo fueron los 20 minutos de bronca con los que el galo arengó a los suyos durante el choque frente al Eibar. Las instrucciones del técnico no funcionaron, como tampoco funcionaron las llamadas de atención de partidos anteriores.
Además, empieza a jugar en su contra el 'pecado' que otros entrenadores cometieron y que él, Zidane, parecía que iba a evitar, esto es, el de la confianza ciega en la BBC si sus integrantes no estaban al 100%. Cristiano Ronaldo y, sobre todo, Benzema, no atraviesan su mejor momento de forma, pero el preparador ha seguido apostando por ellos frente a hombres en una clara mejor forma, como Lucas Vázquez, Morata o Asensio. Esa brecha del vestuario podría convertirse en un lastre irreparable que, como ha ocurrido en años anteriores (véase el caso Benítez) podría lastrar al entrenador.
Siendo estas cuestiones importantes, quizá lo más relevante de los próximos días para el Real Madrid y el dueño de su banquillo es cómo solucionar las muchas vías de agua que tiene en el equipo en forma de lesiones. Sin Modric, Casemiro o James, Zizou tendrá que dar con la tecla, acertar en el equipo y hacer cambios y rotaciones que aporten al grupo la estabilidad que se le supone al Real Madrid.
Cuando Zidane llegó al banquillo del primer equipo, no fueron pocas las voces que cuestionaron su capacidad para dirigir a un transatlántico como el merengue precisamente por la incapacidad para gestionar situaciones de este tipo en el Castilla.
Será ahí, pizarra en mano, cuando Zidane se juegue buena parte de un crédito que mantendrá si vence en los próximos compromisos, pero que le dejará herido si no lo consigue. Y es ahí donde nace su primer gran prueba de fuego de cara a una zona noble del Bernabéu que cree en él, pero no con un crédito infinito, un palco que, en definitiva, mantiene hibernadas algunas de las dudas que albergaban en cuando suplió a Benítez hace menos de un año.