
Llega el tramo final de la temporada, con el partido decisivo por la Champions League, y en el caso de Cristiano Ronaldo, cuesta mucho no echar la vista atrás, a 2014. En ese año, el luso llegó forzado a la cita clave de Lisboa y se perdió la final de Copa. Llegó en un delicadísimo estado de salud al Mundial de Brasil y se fue por la marcha atrás con Portugal, en primera ronda. En 2016, el temor ha vuelto. No en el mismo grado, pero el susto tras el golpe con Kiko Casilla puso en perspectiva lo que sucede alrededor de su figura.
Todo lo que pasó en 2014 le valió de recordatorio: sabía qué era lo que no debía hacer, no arriesgar con su físico, descansar, dosificarse. Los médicos insistieron, pero con el paso del tiempo se fue olvidando y el luso regresó a la misma situación. Tras todos los avisos, Cristiano sigue jugando lo que desea, es decir, todo.
"El problema es que él quiere jugar siempre", decía Zidane antes del duelo de vuelta de semifinales ante el Manchester City. El '7' acumula más de 4.000 minutos esta temporada, y el debate sobre lo necesario de tanta carga parece razonable. Algunos partidos, ya decididos, parecían las ocasiones perfectas para oxigenar el cuerpo de un futbolista que depende mucho de su físico. Nunca llegó a concederse un respiro. Eso le ha puesto en riesgo otra vez, como hace dos años cuando reconoció que había puesto en juego su carrera.
El jugador acepta que su deber es cuidarse, pero de la misma manera hace siempre hincapié en su carácter ganador, en que puede soportar el desgaste. "Dicen que Cristiano está peor y por eso, el Madrid va peor. Si todos estuvieran a mi nivel, el equipo estaría primero", llegó a decir tras un partido de este curso en el que se le inquirió por su rendimiento. Pero las molestias volvieron a partir de abril.
"Sé que es culpa mía porque me gusta jugar todo. Tengo que aprender a dosificar y a parar dos o tres partidos. Prometo que con los años iré aprendiendo de esto que actualmente no tengo", decía en la entrevista concedida a Jugones. Una reflexión, un acto de contricción que, sin embargo, de momento es solamente eso. Nada que se haya demostrado con hechos.
En esta dualidad se encuentra un Cristiano bipolar que aún reconociendo la necesidad de parar, no puede hacerlo. Es una partido contra sí mismo en el que las ganas de jugar y de seguir acumulando récords van ganando por goleada. El hambre, por el momento, no tiene quien le frene.