
Álvaro Arbeloa pudo despedirse en honor de multitudes del Santiago Bernabéu. La parroquia madridista le brindó el adiós que otros grandes jugadores no tuvieron y se fue aclamado por el respetable y con el reconocimiento de sus compañeros. Fue un broche perfecto para una carrera repleta de títulos que tuvo momentos difíciles.
Uno de ellos se vivió con la Selección, de la que se fue al no conseguir el billete al Mundial de Brasil y en la que se sintió un tanto solo a raíz de los enfrentamientos entre los jugadores de Real Madrid y Barcelona en la peor época de polémicas con Jose Mourinho y Pep Guardiola en los banquillos. La anécdota la cuenta El Mundo.
En un viaje de la selección española a Catar, el lateral acudió a la cita sin uno de sus mejores amigos y aliados en su posicionamiento a favor de Mourinho, Xabi Alonso. Nadie quiso sentarse junto a él, ni siquiera sus compañeros de vestuario en el Real Madrid y, ni mucho menos, los del Barcelona. Tampoco los del resto de equipos. Arbeloa estaba sólo.
Finalmente fue Mario Suárez el jugador que le acompañó en el viaje, pero esto ocurrió después de una incertidumbre en la que quedó lo suficientemente claro que el grueso del plantel no deseaba tener la compañía de un jugador que tenía sus más y sus menos con buena parte del vestuario.
Durante un tiempo, la situación tuvo una réplica exacta (de hecho, lo más correcto es decir que llegó primero lo ocurrido en Valdebebas) en el cambiador del Real Madrid. Sólo con el apoyo más discreto de Xabi Alonso, el defensa se convirtió en un elemento opositor a la tendencia mayoritaria en contra de Jose Mourinho. El '17' alababa recientemente la labor del luso y su filosofía de trabajo, y fue uno de sus pocos reductos de apoyo en un vestuario que le quería fuera del equipo al precio que fuese.
Pasional en sus juicios, obcecado en sus convicciones, Arbeloa prefirió enfrentarse al resto de sus compañeros antes que dejar de hacer lo que creía que debía hacer. Con un alto coste en el Real Madrid, y también en la Selección.