
El Barça ya es historia en la presente edición de la Champions League. Los culés cayeron ayer ante el Atlético de Madrid en un duelo con dosis de polémica (Rizzoli debió expulsar a Iniesta y pitar como penalti la mano de Gabi), pero marcado, fundamentalmente, por escaso juego culé. Los blaugrana dejaron entrever malas sensaciones, especialmente en una primera parte en la que especularon con el marcador. Más tarde, en sala de prensa, Luis Enrique asumió el 100% de la responsabilidad por la derrota. ¿Realmente se equivocó? ¿Fue suya la culpa por la derrota?
De manera indirecta, los jugadores señalaron al técnico precisamente por cómo se salieron al terreno de juego.
"La primera parte hemos salido más contemplativos, no queríamos encajar y lo hemos conseguido, pero el gol de Griezmann trastocó los planes", comentó Piqué en zona mixta reconociendo que el juego lento y contemplativo del Barça en esos minutos iniciales no fue una casualidad. Se trataba de una estrategia que Griezmann hizo volar por los aires.
"Hemos tenido un partido en general bueno, sobre todo a la hora de tenerlo controlado en la primera parte, donde no han generado muchas ocasiones. La única casi que han tenido ha sido la del gol. Eso nos ha obligado a ir hacia arriba en la segunda", añadió Iniesta.
"El hecho de que convirtieran el primer gol hizo que tuviéramos que ir a buscarlo", ratificó en la misma línea Mascherano.
De todas estas declaraciones se extrae, por lo tanto, que el inicio culé, lento y sin apenas generar fútbol, se trató de una estrategia buscada, un intento de dormir el duelo y jugar con el resultado cosechado en la ida.
El Barça, por lo tanto, especuló. Y especuló a propósito. Y como suele suceder en estos casos, el fútbol se volvió en contra del conjunto que hizo bandera de esta estrategia. Fue precisamente con el 1-0 cuando el Barça dio su mejor cara, dominando en la segunda parte y generando más peligro que nunca. Quizá de haber sido esa la actitud inicial de los catalanes, el resultado habría sido otro.