Cristiano Ronaldo volvió a decidir un clásico disputado en el Camp Nou. El delantero portugués ha transformado en rutina sus tantos al Barça en territorio enemigo. De hecho, de los 16 goles que le ha hecho visitiendo la elástica del Real Madrid, 10 han sido en la ciudad condal, sólo cinco en el Bernabéu y uno en Mestalla, en la final de Copa de 2011. Goles que casi siempre acompaña del mismo gesto. Su festejo gritando de "calma, calma" al público blaugrana se han convertido en todo un símbolo para la afición del Real Madrid.
Una tradición que inició en 2012, cuando marcó el 1-2 con el que el Real Madrid logró no sólo el triunfo aquella noche en el Camp Nou, sino, de paso, sentenciar la Liga de los 100 puntos frente al Barça de un Guardiola que ya tambaleaba y que, días después, también se despidió de las semifinales de la Champions League ante el Chelsea.
Fue un clásico plagado de tensión, con los precedentes del 'mourinhismo' todavía atronando en la mente de muchos aficionados del Barça. La Liga entonces no perseguía los cánticos insultantes y eso favoreció que CR7 recibiera todo tipo de improperios. Entonces llegó el pase de Özil, su carrera a la contra y un remate cruzado que sirvió para batir a Valdés. El Camp Nou enmudeció y Cristiano, desafiante, miró al respetable para gritar "Calma, calma, aquí estoy yo".
Fue su tercer gol en el Camp Nou y el primero realmente relevante en los clásicos que diputaba el portugués. De ahí su euforia. Muchos en aquel momento compararon su mueca con el dedo índice de Raúl, aquel con el que mando callar al estadio entero cuando, en 1999, logró el 2-2 en una noche en la que el '7' recibió todo tipo de improperios, incluidos algunos dedicados a su mujer
Sea como fuere, y tras aquella primera vez, Cristiano ha perforado la meta culé del Camp Nou en otras siete ocasiones y en todas ha repetido su celebración, esa que el madridismo venera y el barcelonismo detesta a partes iguales.
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