
La directiva del Barça tiene un problemas entre manos. Un problema con nombre y apellidos alemanes. Marc Ter Stegen y sus amenazas de salida del club en caso de que no tenga más minutos en lo que resta de temporada, en caso de que no escale hasta ser el arquero titular, ponen en una situación comprometida a la planta noble. Por una parte, los mandatarios desean retener al arquero, pero, de otro, no pueden prometerle ese protagonismo que reclama. Ese área, el de repartir o quitar titularidades, es cosa de Luis Enrique y el técnico tiene, por ahora, muy claro qué hacer: su portero en Liga seguirá siendo Bravo. La Champions y la Copa será cosa del propio Ter Stegen.
Frente a estas posturas tan inmóviles, lo primero que hará la entidad será tratar de destensar los nervios existentes en el jugador y su entorno. Cuenta hoy Mundo Deportivo que a final de temporada se planteará una cumbre en la que estarán invitadas a la mesa todas las partes.
Será, eso sí, sólo al final de temporada. Nada de plantear encuentros previos que puedan distraer la atención del grupo en plena tormenta de duelos clave, en ese periodo que decide los títulos.
¿Qué se planteará en esa reunión? En el caso del club la postura será la de convencer al jugador de que se quede porque él, Ter Stegen, es el futuro. Bravo suma ya 33 años y se supone que en breve dejará su puesto para que sea su ahora suplente el que ocupe ese espacio entre palos. Sucede, con todo, que Ter Stegen no está dispuesto a ser el futuro. Ya lo dejó claro en una reciente comparecencia. El futuro es muy indefinidos. Su sueño es ser el presente de cualquier equipo importante. Bien sea el Barça, bien sea otra escuadra.
El pasado viernes el internacional afirmó que tenía ofertas importantes y, cuenta el diario Sport, no se trataba de ningún farol. Equipos de la Premier League (como Liverpool o Manchester City) estarían dispuestos a abonar una cantidad importante por su traspaso y a doblarle su salario (cobraría seis millones netos).
Un órdago ante el que el Barça no piensa doblegarse (se remitirán a su cláusula de rescisión de 80 millones), pero que sí podría forzar una mejora en el contrato del portero. Una manera de convencerle de que aguarde su turno podría ser ofrecerle un incremento salarial que le dejaría algo más contento mientras espera su turno a la sombra de Bravo.
Entre tanto, el club sondea posibles sustitutos como Courtois y espera acontecimientos para manejar el asunto con la máxima delicadeza. Cualquier paso en falso podría provocar una oleada de malestar (o de peticiones de renovación) en la plantilla y un incremento inesperado en los ya de por sí limitados gastos salariales del Barça.