El Oporto busca entrenador. Este viernes los 'dragones' han hecho oficial el despido de Julen Lopetegui como técnico después de una cadena de malos resultados que les han descolgado de la cabeza de la Liga y dejado al borde de la eliminación en la Copa de la Liga. Ahora, sin el español en el banquillo, emergen nombres de potenciales sustitutos. Y uno lo hace también con forma de pesadilla para su portero, para Iker Casillas. José Mourinho y su sombra vuelven a volar sobre la carretra del portero de la selección española.
Lo hace, por ahora, más cómo deseo de la afición de los blanquiazules que como objetivo real de la directiva del Oporto.
De hecho, según informan los diarios A Bola y Record, André Vilas-Boas, 'alumno' de Mourinho en el Chelsea y el propio Porto, donde fue primer entrenador antes de dar el salto a la Premier, es el principal candidato a tomar el relevo de Lopetegui. Junto a él, emergen Nuno Espirito Santo (ex del Valencia) o Josualdo Ferreira (ex técnico del Málaga entre otros).
El nombre de Mourinho, por ahora, no parece manejarse entre los favoritos de los mandatarios por cuestiones económicas (Mourinho percibe unos 10 millones limpios por curso), competitivas (parece complejo que Mou quiera regresar a la liga lusa) e incluso extradeportivas (su salida de Oporto tuvo cierta dosis de polémica).
Sin embargo, la afición del equipo ya se ha acordado de 'The Special One' y han comenzado a reclamar en redes sociales el retorno de su hijo pródigo. Cabe recordar que con el de Setúbal en el banquillo, el Oporto venció dos Ligas, dos Copas, una UEFA y una Champions.
Tal alternativa se convertiría en una pesadilla para un Iker Casillas que sigue manteniendo algo más que distancia con el que fue su ex entrenador. La relación de odio entre los dos quedó de manifiesto durante el cruce de Champions que protagonizaron Oporto y Chelsea antes del despido de Mourinho.
Salvo sorpresa, no debería haber problemas para que el mostoleño evitase su pesadilla, aunque en Portugal siguen sin descartar ninguna posibilidad.
El saludo que nadie vio