Fútbol

La nueva fórmula de Benítez para controlar su vestuario

Cristiano dialoga con Benítez en un entrenamiento. Imagen: EFE

Rafa Benítez ha cambiado de método. El técnico del Real Madrid goza de 'plenos poderes' desde que Florentino Pérez le ratificó en el puesto. Puede hacer y deshacer lo que quiera en la plantilla pese a que a afecte a estrellas u hombres con una supuesta protección por su peso dentro del club. Un nuevo estatus que el madrileño no quiere imponer con mano dura, sino todo lo contrario. El técnico quiere ganarse a su grupo, usar las buenas formas, el cariño y la cercanía para lograr con mimos lo que antes pretendió con un método bastante más áspero.

Porque sus comienzos con el bloque no fueron buenos. Más al contrario. Apenas aterrizado al Santiago Bernabéu tuvo roces con Cristiano a propósito de quién era el mejor jugador del mundo.

Luego tuvo lío con James por la negativa del colombiano a volver antes de sus vacaciones. Le siguió el mosqueo de Benzema por ser cambiado constantemente, con Jesé por dejarlo fuera de la lista o con Isco y Casemiro por no darles la titularidad en el Clásico.

Tensión que incrementó en sala de prensa con sus comentarios sobre el estilo de juego de un Real Madrid que en el inicio de curso ganaba, pero no lo hacía con el estilo que gusta a los madridistas de las gradas y en el vestuario.

Y en estas que llegó el Clásico. La derrota frente al eterno rival le colocó ante todas las miradas. Su futuro peligró y en el horizonte emergió con fuerza las quejas de los jugadores por preferir antes a Ancelotti que a él. Por preferir antes a un ex futbolista cercano metido a entrenador que a un hombre como Benítez, sin experiencia pero mucho mucho método y estudio.

De ahí que en los últimos días haya mutado su estrategia. A Benítez se le ha visto mucho más cercano a sus jugadores, tratando de rebajar la tensión con los protagonistas bien sea verbalmente, bien sea gestualmente. Así, por ejemplo, ante el Eibar, Benítez trató de dar 'cariño' a Benzema cuando el francés se disponía a jugar apenas seis minutos de partido desde el banquillo.

En sala de prensa, además, se ha dedicado a piropear a sus hombres frente al discurso que mantenía en el pasado. Guiños y más guiños con los que acortar las distancias y ganarse el afecto de un grupo que se ha distanciado mucho de una plantilla todavía reticente a sus métodos y sus fórmulas.

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