
La victoria del Real Madrid ante el Eibar funcionó a modo de bálsamo para una plantilla que sufrió un revés tan importante como el del 0-4 del Clásico. Se vio en Ipurua a un equipo que mostró una versión gris, aunque efectiva. Sin brillar, consiguió lo que necesitaba con un once en el que se percibieron ciertos cambios y tendencias de su entrenador.
Rafa Benítez sigue manteniendo un enconado duelo con James Rodríguez. No ve al colombiano en la dinámica de mayor trabajo que exige, comparando su situación con la del curso pasado con Carlo Ancelotti. Y la desconfianza ha brotado entre los dos después de los 'dardos' del jugador cuando estuvo con su selección. Pero, a pesar de este roce que parece personal, las ausencias del '10' se deben principalmente a otros motivos.
El entrenador del Real Madrid mantiene su peculiar guerra contra los elementos en ele quipo blanco a costa de su libro de estilo, y los principales perjudicados son aquellos jugadores que no tienen en su mayor especialidad ser solidarios en el esfuerzo colectivo, en la presión y la recuperación.
Ante el Eibar, Benzema se quedó en la banca, y a pesar de Casemiro también lo hizo, Benítez apostó por un Kovacic al que le tocó desempeñar la función de ida y vuelta. Limitó lo técnico del equipo a lo que ya es imprescindible: Modric y lo que ofrece Kroos (el domingo mejoró sus prestaciones). El resto formaba parte de un caparazón de menos recursos técnicos y más velocidad o trabajo. James, aislado en la banda derecha, apenas pudo mostrarse.
El progreso del equipo en la segunda parte también estuvo dirigido a un mayor trabajo, en pos de menos florituras y más burocracia. El primero en irse fue James, Lucas Vázquez acabó de lateral y Casemiro ingresó en el campo para fortalecer el tapón del centro del campo. Solo Modric escapó a la imagen gris del equipo. Ni Bale ni Cristiano ayudaron demasiado a dar brío al conjunto.
En aspectos como éstos se percibe lo que pretende Rafa Benítez: una versión más fiable, más replegada, pero menos virtuosa. Reducir las virguerías para aumentar la zona de seguridad. Algo que se lleva por delante de forma eventual a los futbolistas de más clase, devorados por las nuevas capacidades que se les piden, y que enmascaran sus verdaderas virtudes.
Es el caso de James. Es el caso de un Benzema que también protestó por ser el primero en ser sustituido. Es el caso de un Kovacic al que se le fichó ya reconvertido (sin ser un doble pivote). Es lo que le pasa a Kroos en ocasiones. Es lo que hace de Casemiro alguien tan fundamental. Cosas de Benítez.