El 'Clásico' de la Liga BBVA entre Real Madrid y Barcelona dejó una clara conclusión en contra del técnico blanco Rafa Benítez, claro perjudicado del partido y con un futuro muy difícil en la casa blanca.
Benítez claudicó. Renunció a su planteamiento. Hizo un once en el que negó la presencia a aquellos que se lo ganaron por méritos y alineó a otros más mediáticos pero de presente cuestionable.
No estaba Casemiro, quizá el mejor del último mes en las filas blancas. Ni tampoco Isco, siempre cumplidor y uno de los favoritos de la grada. En su lugar, un James aún físicamente lejos de su mejor momento, y un Benzema con la cabeza puesta en los asuntos extradeportivos.
Sin el brasileño, el equipo perdió orden. Ese orden que tanto le gusta a Benítez en todos sus conjuntos. La renuncia supuso también tirar por tierra todos sus principios. Ganaba Florentino Pérez, con sus estrellas millonarias en el césped.
Benítez dejó de ser Benítez. Y le costó una de las derrotas más duras sufridas en toda su trayectoria en los banquillos. Demostró una vez más que en el Real Madrid no siempre manda el entrenador por criterios puramente deportivos. Y arrojó una enorme sombra de duda sobre el panorama del equipo blanco.
Entidades
