Sergio Ramos ha vivido una semana intensa. Ha sido padre por segunda vez, y también ha tenido problemas físicos. Todo se debe a su maltrecho hombro izquierdo, que desde mediados de septiembre le está amargando la existencia por una luxación. Con el Clásico a la vuelta de la esquina, ha sido esta zona del cuerpo la que le ha dado un susto importante.
Cuenta Marca que el jugador andaluz se resintió de la zona lunes y martes, tras dos acciones parecidas a las del Sánchez Pizjuán. En la sesión del comienzo de semana, se retiró antes de tiempo después de sentir unas molestias que no le permitían continuar. El martes adelantó su entrenamiento con motivo de su paternidad, y tampoco pudo hacerlo al 100%.
Que no estuviese infiltrado en estas dos ocasiones explica en cierta parte el dolor sufrido por el de Camas, pero empieza a crecer la preocupación en el cuerpo técnico blanco. Se teme que a Ramos le pueda pasar en el Clásico algo similar a lo de Sevilla.
El jugador no lo está pasando bien. Son ya dos los meses en los que no ha podido recuperarse del todo. Al tiempo de baja propiamente dicho, ha añadido infiltraciones y muchas molestias tanto en los partidos como en los entrenamientos. Se ha tratado con fisios, pero el percance sigue ahí.
El Clásico ha de ser el punto de inflexión para él, sea de una u otra forma. Jugará infiltrado, y si las molestias permanecen, será casi segura una intervención médica que le tendría alejado de los terrenos de juego casi dos meses. Una baja importante, pero en todo caso necesaria para que el defensa pueda disfrutar como antes de la práctica del fútbol.
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Su guerra con los médicos