Después de una nueva exhibición, Keylor Navas fue el tema de casi todas las conversaciones posteriores al choque entre Celta de Vigo y Real Madrid. La sensación era que si el equipo blanco se había llevado los tres puntos era gracias a las intervenciones del portero. Así lo expresaron los jugadores.
Varios de ellos se lo comentaban a los periodistas en la zona mixta de Balaídos. Casemiro reconocía que su compañero estaba "muy bien" y Lucas Vázquez profundizaba en la misma idea: "Se encuentra a un gran nivel, ojalá siga así durante mucho tiempo".
Incluso compañeros que no fueron convocados por seguir lesionados como James Rodríguez o Karim Benzema tuvieron palabras para el meta a través de Twitter, como refleja As. También el enemigo, y Nolito se prodigó en felicitar la labor del costarricense: "El mérito fue de Keylor, hay que felicitarlo, sacó tres o cuatro goles...".
El extremo opuesto habitó en el entrenador blanco, Rafa Benítez. A diferencia de los compañeros de vestuario y del líder del Celta, el técnico no se mostró receptivo de cara a halagar al que fue su mejor jugador en el terreno de juego. En la rueda de prensa posterior al partido, fue preguntado por los medios sobre si Keylor había sido el mejor jugador de su equipo. La respuesta fue de trámite, haciendo llamamientos al conjunto de forma lacónica: "El mejor fue el equipo".
Este diferente modo de actuar por parte de Benítez marca la distancia que el entrenador pretende mantener respecto al reconocimiento individual de cualquier futbolista. En el caso de Cristiano Ronaldo ha tenido que ceder por razones obvias, pero su idea inicial fue visible: no le gusta halagar en exceso a nadie del plantel. Es más de exigir, de apretar las tuercas, de hacer ir al jugador un paso más de lo que piensa que puede aportar.
Su falta de tacto (no malintencionada, de cualquier manera) ha tenido como destinatario ahora a Keylor Navas, precisamente uno de los jugadores con los que ha tenido mayor cercanía después de quedarse con él el día del cierre del mercado de fichajes. El libro de estilo de Benítez no distingue diferentes métodos de actuación.
Lamentos del vestuario