
Gareth Bale ha vuelto de Gales después de meter a su selección en la Eurocopa de 2016, pero antes de comenzar los entrenamientos con el Real Madrid, ha reflejado su particular situación en el equipo blanco. En concreto, una especie de segundo plano en cuanto a las relaciones sociales que el de Cardiff se autoimpone.
En una entrevista concedida al portal Walesonline, ha reconocido que mantiene un perfil bajo en el vestuario del Real Madrid: "Intento pasar desapercibido en el vestuario", Según el propio jugador, esto se debe a una forma de ser, a una decisión personal. Nada más.
Para explicarlo, pone el ejemplo de las felicitaciones cuando se concretó la clasificación de su país para la Eurocopa: "Obviamente recibí la felicitación de Rafa Benítez y de gente del Real Madrid. Aunque para ser sincero, mi número no lo tienen muchos".
Aún así, espera que estas felicitaciones sí se produzcan ya de vuelta en Valdebebas: "Ellos ya me decían que estábamos prácticamente clasificados, pero obviamente será agradable poder decir: 'Estamos clasificados, nos vemos en Francia'".
Calambres
Entre estas confesiones respecto a su relación con el resto del plantel, ha rebelado algo que puede asustar a más de uno en el equipo técnico: Bale ha regresado con molestias de los compromisos de sus país. El de Cardiff confiesa que ha vuelto a la capital de España con calambres.
"Cada vez que me pongo la camiseta del Madrid o de Gales me desfondo. De hecho, regreso con calambres y esto no me suele pasar", dice el delantero, que disputó todos los minutos en los dos partidos de Gales.
A la par, admite que eso pudo generar cierto nerviosismo en el equipo: "En ese partido sentí calambres. No creo que ellos quisieran que jugara los 90 minutos ante Andorra, pero yo quería jugar. Quería ayudar al equipo y disfrutar la ocasión para hacer un gol. Cada segundo que juego con esta selección es un orgullo".