
Adiós. Raúl se va. Deja el fútbol. Al menos en activo y como jugador. Su futuro, ya lo ha dicho en otras ocasiones, seguirá ligado al balompié. Pero eso llegará más tarde. Ahora toca centrarse en su marcha. La despedida aún no es oficial. Pero lo será. En noviembre, cuando termine la competición americana, dirá "hasta aquí". Lo hará poco después de que se cumplan 21 años desde que debutó en la élite, en La Romareda, siendo un crío de 17 primaveras que sorprendió al planeta fútbol pese a no anotar ni una sola vez frente a la puerta de Cedrún, aquel estirado portero vasco que tuvo el honor de ser el primero en sufrir el fútbol del 'eterno 7'. Desde entonces, desde ese lejano 29 de octubre de 1994, mucho ha llovido. Y Raúl lo ha conseguido todo. O casi todo. Un sueño incumplido permanecerá por siempre como espina clavada en su alma de futbolista ambicioso. Su sequía con la selección española y aquella salida traumática de 'La Roja' le perseguirá por siempre.
Porque Raúl lo ha ganado todo. Tiene 3 Champions, 6 Ligas, 4 Supercopas de España, 2 Intercontinentales, una Supercopa de Europa, una Copa Alemana y una Supercopa de Alemania. Por tener, tiene hasta una Copa Emir, una Copa del Jeque Jassem y una Woosnam Cup.
Pero con la selección no tiene nada. Cero títulos. Cero trofeos. Ni si quiera con las categorías inferiores donde brilló junto a De la Peña y con el que irrumpió de la mano en el Mundial sub 21 de Qatar, en 1994.
Escaso bagaje para el que muchos han considerado el mejor futbolista nacional de aquella década y parte de 2000.
¿El mejor? Sí, el mejor. Lo dicen sus números. Hasta que Villa y Cristiano le pasaron por delante, Raúl fue un Ferrari (Hierro dixit) que pronto conquistó el puesto de máximo goleador de la historia de España e incluso se alzó con el de máximo realizador de la historia del Real Madrid superando al entonces (y todavía) sacro Di Stéfano.
Lo dice su juego. Él, Raúl, encabezó una revolución que, a finales de los 90, se convirtió en bandera del nuevo fútbol con el que el Real Madrid volvería a dominar Europa y aquella selección empezó a creer que podría alzar títulos a base de calidad y no con la 'Furia' como único 'modus operandi'.
Eran los tiempos de Guardiola, Mendieta, Joaquín, Valerón, Fran, Etxeberria, Urzaiz y Morientes entre otros. Todos, dirigidos por José Antonio Camacho, rozaron la gesta del Mundial de Japón y Corea hasta que Al-Gandur arrancó de cuajo la opción de ver a España alzando la Copa ocho años antes de que lo consiguieran los Casillas, Ramos, Puyol, Xavi, Iniesta, Villa y demás.
En 2000 la posibilidad de ganar la Eurocopa también se escapó de las manos. Y ahí, él, Raúl, fue culpable directo. En cuartos de final (cuando todavía eran los cuartos malditos), falló un penalti que habría forzado la prórroga ante la Francia de Zidane. Es quizá su recuerdo más doloroso con España sobre un terreno de juego. Fuera de él, Luis Aragonés se ocupó de protagonizar su otro capítulo aciago.
Tras un Mundial discreto en 2006, España empezó la fase de clasificación para la Euro con mal pie. Aquello no funcionaba. Algo había que cambiar. Y 'El Sabio' decidió cambiarlo todo. Tras empatar a cero contra Irlanda, dio el paso de eliminar a algunas 'vacas sagradas'. Raúl fue la más destacada.
Nadie se podía creer que aquella ausencia durara más de un partido o dos. Fue para siempre. El '7' jamás volvió a enfundarse aquella zamarra en una salida que, para colmo, coincidió con la recolección de títulos que inició una escuadra de leyenda.
Eurocopa en 2008, Mundial en 2010, Eurocopa de nuevo en 2012... y en todas faltó él, Raúl. Ver pasar por delante de su puerta la opción de rozar la gloria con España, acariciar con la punta de los dedos la era dorada del fútbol español le dolió. Jamás lo olvidará. Pero quizá era necesario que no estuviera en el grupo para que por fin cayeran las copas.
"Dejé de convocarle por el bien del fútbol español. España le venía grande", confesó en 2010 Aragonés. Raúl jamás se pronunció al respecto, pero seguramente no le hicieron demasiada gracia una declaraciones que resumen la esencia de su sueño incumplido: el futbolista más trascendente para el balompie español durante algo más de una década no fue capaz de alzar un título con su selección porque su país necesitaba que fuera así. Curioso al menos. Doloroso (para Raúl) sin duda.