
Aunque ahora es Sergio Ramos quien se encuentra en el centro del huracán por su relación con Rafa Benítez, hace bien poco era Cristiano Ronaldo el que acaparaba titulares por los bandazos del entrenador del Real Madrid al definir a su jugador estrella. Para el luso también tuvo palabras que analizar en la entrevista a la Cadena Ser en la que comenzó la guerra con el capitán.
En esta intervención, el entrenador ejemplificó a las mil maravillas lo que le ocurre con el atacante portugués. Fiel a su forma de ser, Benítez es incapaz de realizar declaraciones de amor eterno a tumba abierta. En su fuero interno, no concibe esa forma de halago en los vestuarios. Pero el Real Madrid es diferente, porque está Cristiano Ronaldo.
Tras los vaivenes a lo largo de la pretemporada y el comienzo oficial del curso, Benítez insistió en la idea de asegurar que el luso era el mejor jugador al que había entrenado en su carrera. Incluso llegó a decir que era indiscutible. No con las mismas palabras, pero el pasado martes profundizaba en el asunto.
"No le cambio porque él siempre es garantía de gol. Por eso intento mantenerlo siempre que puedo. Tiene una ventaja con respecto al resto: mete 50 goles o más cada temporada". No obstante, introdujo este discurso con un aviso: "No me temblaría el pulso para sentarle".
No es ni más ni menos que la estrategia del palo y la zanahoria, dando una de cal y una de arena para conseguir un doble objetivo: ceder a la natural presión de repartir elogios y a su vez no perder la autoridad. Algo que no le ha salido del todo bien, dicho sea de paso.
El técnico blanco ha demostrado que la diplomacia no es su mejor cualidad. Ninguna de sus rectificaciones con el portugués han dado beneficios, y en el afán de reconducir la situación ha causado un creciente malestar en el vestuario, con Sergio Ramos a la cabeza. Las dificultades de dirigir un vestuario tan complicado como el del Real Madrid empiezan a cruzarse en el camino del madrileño.