
Con Messi fuera de juego por la lesión que le va a dejar casi dos meses sin jugar, las miradas se dirigieron en el encuentro de ayer que enfrentó a Barcelona y Bayer Leverkusen a Neymar. Mucho se esperaba del brasileño, pero la realidad fue otra: en consonancia con el equipo durante más de 70 minutos, el de Mogi des Cruzes naufragó en un partido en el que se esperaba más liderazgo.
A diferencia de lo visto con Messi (que no necesita un partido brillante para ser determinante, pues sus chispazos ya marcan de por sí la diferencia), el '11' no pudo echarse al equipo a la espalda. La intensidad del Bayer Leverkusen no hizo prisioneros, y se llevó a Neymar al igual que al resto de los jugadores.
Cuenta As que el total de balones perdidos por parte del brasileño alcanzó una cifra récord: 32. La media de Neymar ronda los 11, lo que significa que en el primer partido en el que tuvo el mayor peso con el Barcelona triplicó sus pérdidas. No fue un problema de voluntad, puesto que los datos reflejan un paso adelante en la iniciativa, pero el desacierto fue claro.
La presión de los alemanes (que en algún momento se llegó a realizar en las inmediaciones del área de Ter Stegen) afectó negativamente al delantero, que a pesar de sus 17 intentos de regate no consiguió dominar la situación. Kampl, que fue junto a Donati el encargado de llevar su marca en buena parte del partido, fue el futbolista con más recuperaciones de su equipo (11) y el acierto en el pase de Neymar fue de un 73%, con 11 fallos en los 40 intentos que realizó.
La versión del '11' fue la más gris, muy diferente a la del comienzo de la pasada temporada, en la que frente a la sequía de Messi lideró al Barcelona y le brindó goles importantes que dieron los puntos más difíciles de conseguir: aquellos que llegaron cuando el equipo todavía no estaba consolidado.
Tanto el Barcelona como el Barcelona viven ahora una situación muy parecida, con el agravante de la pérdida de Messi hasta mediados de noviembre: el equipo le necesita, llevado a pedirle un paso adelante casi de forma natural, por inercia. Y el brasileño ha de responder, porque su reacción a este nuevo panorama dirá mucho de lo que podrá llegar a ser cuando falten los grandes colosos del fútbol.