
El Real Madrid de Rafa Benítez volvió a levantar dudas el pasado sábado. Su exigua victoria ante el Granada (con polémica incluida por un gol mal anulado a los nazaríes) dejó un poso de malestar en el Santiago Bernabéu. El público acabó pitando jugadas aisladas. No fue una buena tarde en Chamartín. Jornada gris en la que Toni Kroos volvió a despertar dudas. No es la primera vez. En lo que llevamos de temporada el alemán ha pasado de ser el faro del equipo a convertirse en un hombre importante, pero no tanto como lo era con Carlo Ancelotti al frente del equipo.
Con el italiano, Kroos jugaba por delante de la defensa, pero lo hacía como único futbolista referencia para sacar el esférico jugado. La pizarra de 'Carletto' le permitía ser el pivote de la escuadra blanca en el 4-3-3 con el que jugaban los merengues. Por eso era él quien iniciaba buena parte de las jugadas merengues y lo hacía casi siempre libre de presencia de compañeros a los lados.
Si el '8' levantaba la cabeza, su movimiento de balón solían dirigirse hacia adelante o en diagonal, pero casi nunca en horizontal a menos que fueran desplazamientos para encontrar a los laterales.
Modric e Isco (o James) eran los escuderos de un hombre que, además, lo jugaba todo. Kroos era un intocable para Ancelotti. Quizá demasiado intocable. Su desgaste fue elevadísimo y eso provocó que llegara al final de la temporada agotado e incluso tocado. Frente a la Juventus, en semifinales de la Champions League, jugó mermado el duelo de vuelta.
Ese argumento, el darle descanso, es el que está utilizando Benítez para sustituir al germano con frecuencia o incluso dejarlo sin jugar, como sucedió en la tercera jornada ante el Espanyol. Hasta la fecha ha jugado 305 minutos de los 450 posibles.
El pasado viernes el madrileño argumentó que estas decisiones son fruto de su deseo por mimarlo, que por que lo esté haciedno mal en el arranque de temporada. "Kroos es demasiado importante", insistió el entrenador en sala de prensa.
Sea por el motivo que sea, lo cierto es que al germano le está faltando continuidad y eso se está dejando notar en un juego, el suyo, mucho más plano. Kroos ya no lleva la manija absoluta del encuentro.
Comparte batuta con Modric en un doble pivote que le resta protagonismo y, de paso, influencia en el juego. Kroos ahora juega más en horizontal de lo que lo hacía ante, lo que, por momentos, resta eficacia a la salida de pelota merengue.
Un truco que los rivales han detectado. El Granada fue el primero. La alta presión del mediocampo andaluz hacia Kroos y Modric provó que los merengues tuvieran dificultades para sacar la bola.
Tanto es así, que Benítez decidió durante la segunda parte escalonar a sus mediocentros, dejando sólo a Kroos en el centro y a Modric algo más adelantado. En esta posición de mediocentro único, el germano rindió algo más, pero no le dio tiempo a lucirse. Llegado el minuto 16 de la segunda parte, dejó su puesto a Kovacic.
A lo largo de su carrera Kroos ha demostrado que digiere con dificultades estas rotaciones, aunque pretendan darle descanso. Ya le sucedió con un Guardiola con el que mantuvo tensiones precisamente por las constantes sustituciones a las que le sometía.
Mientras tanto, el germano sigue sin dar el nivel que llegó a ofrecer con los merengues durante la pasada campaña, cuando sorprendió al Real Madrid con su fútbol. Al menos hasta que le aguantaron las fuerzas.